Aunque el movimiento ecologista tiende al pesimismo, los portavoces de las organizaciones naturalistas en la comunidad hacen un balance «positivo» de los cuarenta años de acción directa en Aragón. La primera organización con voluntad conservacionsta fue la asociación naturalista Ansar, que en 1979 recogió el testigo de un embrionario colectivo Jóvenes Amigos de los Animales y de la Naturaleza de Zaragoza fundado diez años antes. Con motivo de la conmemoración de sus cuarenta años, Ansar organizó el pasado viernes un debate en el que participaron las agrupaciones que en este tiempo han mantenida activa y unidad la reivindicación. «En este tiempo la mentalidad de la gente ha cambiado incluso en pequeños detalles como el reciclaje», aseguró la presidenta de la entidad, Pilar Gutiérrez.

1. Las estepas recobran su diversidad

A la hora de iniciar el relato de los avances logrados en los últimos cuarenta años, los portavoces de las asociaciones ambientales aragonesas prefieren fijarse en una victoria simbólica ejemplificada en la protección de los paisajes esteparios. El desierto monegrino y el entorno de Zaragoza eran en los años sesenta un entorno devaluado hasta que se difundió la riqueza ambiental que albergan.

Esto permitió frenar la expansión de muchos proyectos relacionados con el urbanismo salvaje y favorecer la explotación turística de los paisajes. «Pocos recuerdan ahora que había voces que pedían desecar la laguna de Gallocanta», evoca el presidente de SEO/Birdlife, Luis Tirado. Algo similar sucedió en otros entornos similares como Sariñena.

2. Protección de la fauna y la flora

La recuperación de las aves rapaces es un hecho, aunque sin olvidar lo que se ha avanzado en planes de protección para el resto de especies de flora y fauna. El presidente de la fundación para la protección del quebrantahuesos, Juan Antonio Gil, recordó victorias en la regulación de los tendidos eléctricos o en la delimitación de espacios naturales protegidos, a pesar de algunos roces con los vecinos que viven en su interior. «Aún queda mucho camino por delante, pero hemos sido pioneros a nivel nacional en varios ámbitos», explicó.

En este sentido se ha frenado el uso de venenos en el campo y se ha regulado de una forma más sostenible la práctica de la caza, prestando más atención a los ciclos de migración de las especies cinegéticas. Sobre el propio quebrantahuesos se ha duplicado el número de ejemplares en la comunidad y en pocos meses se intentará reintroducir la especie en el Sistema Ibérico, en la provincia de Teruel, pues era uno de sus lugares tradicionales de nidificación.

3. El reto de frenar el lindano en Inquinosa

Uno de los frentes más simbólicos del ecologismo es la contaminación con lindano de la cuenca del Gállego por la factoría de Inquinosa. «Erámos un grupo de gente joven los primeros que nos enfrentamos en Sabiñánigo a la empresa», evocó el responsable de la comisión de defensa de Ansar, Jesús Maestro. Hasta que en el 2014 una fuga en las balsas impidió el abastecimiento de agua a los pueblos de la cuenca, el conflicto no recibió el apoyo ciudadano e institucional del que ahora disfruta.

4. Avances en el uso sostenible del agua

Otro punto de atención en estos cuarenta años han sido los trasvases y los pantanos. Gracias a las movilizaciones se pudieron frenar proyectos que pretendían inundar el valle de Añisclo o concienciar por un uso más eficiente del agua en el que no son necesarios trasvases entre cuencas.

La socia de Ansar Olga Conde recordó que en el entorno de Zaragoza se aliaron con el movimiento vecinal para proteger los galachos y las riberas del Ebro de la especulación. «Con la participación social se contrarrestan los intereses económicos que presionan a las administraciones públicas», señaló. Otra batalla intensa logró frenar los planes que pretendían instalar centrales nuclerares en Chalamera y Chiprana, según reconoció el miembro de Ecologistas en Acción, Juan Carlos Gracia.

5. Creación del consejo de la naturaleza

Henri Bourrut fue uno de los fundadores de Ansar y uno de los promotores del Consejo de Protección de la Naturaleza, un órgano consultivo que ha permitido llevar las reivindicaciones a la administración pública. Lo mismo sucede con las audiencias legislativas que les sirven para opinar sobre la legislación. Además, Bourrut ha sido un divulgador del naturalismo de campo, con la promoción del estudio directo de las especies de la comunidad. «La divulgación también ha sido muy importante en estos años», celebra.