Cuarenta y cinco personas, en su mayoría peatones, perdieron la vida en los 748 accidentes con víctimas que se produjeron en las travesías de la red de carreteras del Estado en la comunidad aragonesa entre 1996 y 2002, según un informe del Instituto Mapfre de Seguridad Vial dado a conocer ayer en Zaragoza. La mortandad en los tramos urbanos aragoneses representa el 4% de la que se produce a nivel nacional, donde en el mismo periodo se contabilizaron 1.030 fallecidos.

El estudio apunta que la cifra de fallecidos "casi se duplicaría" si se incluyeran los muertos de las travesías situadas en carreteras autonómicas, de diputaciones y municipales.

El informe revela que las principales causas de la elevada siniestralidad son la velocidad inadecuada de los automóviles, el comportamiento de peatones y ciclistas, el estacionamiento de vehículos en los márgenes y una iluminación deficiente.

Un apartado del estudio, Identificación de problemas de seguridad vial en travesías , propone medidas para subsanar los problemas que presentan las vías urbanas, entre ellas el estrechamiento de carriles, la instalación de franjas de alerta, la instalación de glorietas y semáforos y la construcción de pavimentos de diferentes texturas y colores.

El Instituto Mapfre, que ha realizado el trabajo en colaboración con el departamento de Obras Públicas de la DGA y la Asociación Española de la Carretera, también propone medidas correctoras como la colocación de pórticos a la entrada de los núcleos o la plantación de árboles y setos. Para evitar atropellos se apuesta por la delimitación de isletas y carriles-bici, la eliminación de giros y el cierre de calles al tráfico.

Por otro lado, las soluciones a la deficiente iluminación pasan por la instalación de señales de advertencia, postes de iluminación y marcas reflectantes. "Todas estas medidas se aplicarán en las travesías aragonesas", anunció ayer Miguel Angel Muñoz, responsable del Instituto Mapfre.

El informe contiene un detallado análisis de dos carreteras aragonesas, la N-240 entre la ciudad de Huesca y el límite con Lérida, y la N-330 entre las localidades de Cariñena y Calamocha. En la primera de ellas se consideran travesías peligrosas las de Monzón, Castejón del Puente, Peraltilla, Ponzano, Lascellas, Angüés, Velillas y Siétamo.

En la segunda vía interurbana, la lista de pasos conflictivos incluye poblaciones como Cariñena, Paniza, Mainar, Retascón y Daroca. Las cuatro últimas travesías destacan, además, por presentar un índice de mortalidad "demasiado elevado".