El Mercado de Delicias está de celebración. Cumple sus primeros 70 años de vida y goza de buena salud. Al calor de las jotas, que ayer amenizaban la afluencia de clientes y viandantes por el eje comercial que lleva el mismo nombre y el distrito zaragozano al que ambos han dado y dan mucho aliento. «Ha contribuido a crear barrio y a generar convivencia y riqueza, como la que ha trasladado a toda la calle Delicias, que se ha convertido en un gran eje comercial y este mercado ha influido mucho en ello».

Eran las palabras del alcalde, Pedro Santisteve, que ayer recorría los pasillos del mercado acompañado por concejales, candidatos a desbancarle metidos en harina electoral, como la socialista Pilar Alegría, y sobre todo los grandes protagonistas de este día señalado: los detallistas y los vecinos.

«Hoy es un día emotivo, ver que los puestos funcionan y que la gente valora lo que es un comercio de proximidad. Ha cambiado mucho, más en los últimos años pero porque el consumidor es más responsable de donde compra», exponía Sara Marin, actual gerente del edificio y nieta de Presentación Grávalos, natural de Tierga e impulsora de este mercado que abrió sus puertas en 1949. Junto a ella, su padre, Eduardo Marin, recordaba que «en la plaza Huesca, que antes se llamaba Rocasolano, se instalaban los hortelanos que tenían campos en lo que hoy es la carretera de Madrid y vendían sus frutas y verduras. Y fue mi madre la que le propuso a mi padre hacer unas naves en el huerto que tenían en la torre (casa donde vivían) para crear unos puestos en los que estos viniesen a vender a resguardo del frío y de la lluvia».

«Empezaron 40 y luego se amplió por la calle Jornada y por Pedro de Luna y avenida Madrid a la vez. En total llegaron a ser 72», explicaba Eduardo Marín, que también participó de la jornada de celebración. Él hoy sigue recorriendo los pasillos del mercado de Delicias con orgullo, con cariño y satisfacción. «Es una alegría continua y a diario, porque aquí la gente trabaja mucho, hay armonía y respeto, y el público compra fresco y come sano. Un señor que se levanta a las tres de la mañana a comprar sus productos es merecedor de todo el respeto. Dicen que los ojos del pez son los que dicen si está fresco o no, y aquí se pueden ver. No hay engaño y hay competencia sana», añadía. Destaca que este «siempre ha sido un lugar importante en el barrio» y que «todos los días está que no se puede ni andar por dentro» de la afluencia de gente. «Me gusta como está y los tiempos ya dirán», comentaba, sabedor de que «en el futuro se venderá más por internet», pero orgulloso «del mercado y del público», en un barrio que también es el suyo.

Miguel Ángel Gran, presidente de los detallistas del mercado, explicaba que hoy hay «49 puestos abiertos que dan trabajo a unas 150 personas». «Se puede decir que es un mercado de barrio bastante consolidado», aseveraba, por el que pasan « mil personas en cualquier momento» del día. La clave es que hay ya «una tercera generación» de comerciantes, y ese «nacer con ello» es lo que no da un supermercado. Por otros 70 años más.