Desolado, abandonado, desangelado y, sobre todo, sucio y envejecido. Son algunos de los calificativos que utilizaron ayer aquellos que se acercaron a pasear por el Pabellón Puente, que, tras varios meses cerrado, reabrió sus puertas. Desde la Asociación Legado Expo han decidido excluirlo de sus visitas hasta que se reparen los desperfectos que ya se denunciaron hace meses y que, supuestamente, iban a arreglarse.

La zona central carece de iluminación, hay grietas en sus paredes, el suelo está levantado en varias zonas, e incluso hay agujeros en los ventanales que dejan ver los hierros oxidados de una estructura de 270 metros de largo, diseñada por Zaha Hadid y que costó más de 70 millones.

«Para esto que no lo hubieran hecho, porque gastarse tanto dinero para luego tenerlo cerrado es lo mismo que tirar el dinero a la basura», comentaba Blas Bespin, que junto a su mujer se acercó a ver el estado del pabellón.

«Una estructura de esta envergadura y que nos costó tanto no puede estar cerrada. Deberían utilizarla como sala de exposiciones», decían Nuria Solana y Ricardo Sargo, quienes recordaban que durante la Expo 2008 hacer este recorrido era «un lujo».

Si su interior se encuentra en un estado más que cuestionable, su exterior no tiene mejor suerte. Los cubos que se encuentran en la entrada de la zona de la Expo son pasto del desgaste provocado por la falta de mantenimiento y la climatología. Incluso en el jardín de entrada a la pasarela se ha permitido que la maleza cobre protagonismo. Lo mismo sucede con el pequeño estanque ubicado junto a los cubos, con un agua turbia donde se acumula la suciedad.