El 18 de julio de 1318, el Papa Juan XXII emitió una Bula (documento cerrado con el sello papal) mediante la que se creaba la provincia eclesiástica de la actual Zaragoza, que quedó conformada por las diócesis sufragáneas de Huesca, Tarazona, Calahorra, Segorbe-Albarracín y Pamplona. Hasta nuestros días ha llegado la Bula que designaba a Pedro López de Luna como primer arzobispo de Zaragoza, y que se conserva junto a otros documentos pontificios en el llamado Armario de Privilegios, ubicado en el Archivo Capitular de la Seo. Esto elevaba a la antigua diócesis de Zaragoza al grado de archidiócesis y sede metropolitana, de carácter superior.

Siete sigloss se cumplían ayer de esta fecha, y para conmemorarlo, el arzobispo Vicente Jiménez presidió una misa que siguió el ritual propio de las fechas señaladas en la vida de las diócesis. Antes de la ceremonia, el arzobispo quiso poner de manifiesto el «importante peso» que tiene la Iglesia en la sociedad.

Jiménez aprovechó que la eucaristía se celebró en la Seo para insistir en que «la catedral no puede estar en manos de poderes civiles, pues es la sede creada por el obispo para cumplir sus obligaciones». Una defensa de la propiedad que se produce después de que el Gobierno de Zaragoza en Común (ZeC) pusiera sus ojos en este bien patrimonial y quisiera anular su inmatriculación.

Durante la misa, el prelado portó el palio arzobispal, signo de su condición de arzobispo metropolitano y de la especial vinculación de la sede zaragozana con Roma y el Papa. Ante tal efeméride ningún titular de las diócesis aragonesas quiso faltar a la celebración, incluso formando parte de la misma el nuncio emérito en Albania y los eméritos de Chiclayo (Perú) y el secretario del Potificio Consejo para la Pastoral Sanitaria, todos ellos aragoneses y residentes . El gran ausente, a pesar de que fue anunciada su asistencia fue el arzobispo emérito, Manuel Ureña.