Las calles españolas andan revolucionadas con los nuevos indignados. Que ya no son tan jóvenes ni alternativos como los del 15-M, ni acampan en la Puerta del Sol o en la plaza del Pilar, sino bastante más mayores y claramente pertenecientes a las clases medias.

Unos salen a la vía pública con la pancarta de las pensiones. Otros, para protestar contra el impuesto de Sucesiones. Otros, para exigir la prisión permanente revisable. Otros, para reclamar la igualdad de género y la extinción de la brecha salarial. Otros, para fundamentar la unidad de España en la defensa constitucional. Otros, para cuestionar la unidad de España y la Constitución... En una suma global de millones de personas, de españoles cabreados o muy cabreados.

Frente a esas nuevas mareas de pensionistas, feministas, unionistas, el Gobierno está tan paralizado como la oposición. Nadie, ningún líder parece inspirado a la hora de solucionar tantas demandas. Mariano Rajoy mantiene impertérrito su hoja de ruta (¿cuál?): subir las pensiones cuando se pueda, los salarios si es posible, las leyes si es procedente, la Constitución si necesario fuera... en un ejercicio de inacción resultante de acciones, más bien propósitos de gobierno dilatados en el tiempo. Pero es que tampoco la oposición, el sindicato, el radical aciertan. Pedro Sánchez, que no es parlamentario, propone socializar la ruina y subir a los diputados el 0,25%, aplicándoles el porcentaje de los pensionistas. Bueno, ¿y qué? ¿Con eso se arreglará algo?

Desde luego, no el negro futuro que el comisario europeo de Asuntos Económicos, Pierre Moscovici, aventura para las pensiones españolas a corto y medio plazo. Las pensiones seguirán perdiendo poder adquisitivo en nuestro país, ha argumentado el comisario, relacionando ese riesgo con el aumento de la precariedad laboral en España.

Pero, ¿a quién votarán estos cientos de miles, de millones de insatisfechos, indignados, cabreados ciudadanos españoles? ¿A la derecha, a la izquierda? ¿A los viejos o a los nuevos partidos? ¿Se unirán los pensionistas en una nueva oferta electoral? ¿Determinará el voto femenino el resultado de las próximas citas electorales? Preguntas, hoy por hoy, sin respuestas claras. En la misma línea, sin ir más lejos, en que el Gobierno viene respondiéndolas.

(O, más bien, todo lo contrario).