Caminar por la ribera del Ebro puede convertirse, si no se remedia antes, en una actividad de riesgo en los próximos años. Los desperfectos que presentan sus caminos peatonales y la enorme grieta que recorre una de las arcadas del Puente de Piedra, ya están generando preocupación en los vecinos de la margen izquierda. Sobre todo por el riesgo para los numerosos ciudadanos que suelen pasar a diario por las orillas del río.

Hace años era impensable poder caminar a orillas del río. Con la llegada de la Expo a Zaragoza, uno de los proyectos que emprendió el ayuntamiento fue la millonaria inversión (cerca de cien millones en total) para convertir las dos riberas en una «calle Mayor» de la ciudad -así la denominaba el exalcalde Juan Alberto Belloch-. Pero con el paso de los años, la flora ha crecido libremente y muchos de los elementos que la integraban han empeorado.

El verdadero riesgo // El peligro se concentra fundamentalmente en la zona del Balcón de San Lázaro, una vez que se ha cruzado el Puente de Piedra y se alcanza la poza. Uno de los pilares del Puente de Piedra presenta grietas en su estructura, lo que preocupa a los vecinos por si entrañan un verdadero peligro a futuro para los ciudadanos. Especialmente por la abundante vegetación acumulada en sus arcadas, dentro del cauce, que nadie retira y que podría afectar a este paso, imprescindible para ellos en su día a día. Un riesgo también para los que lo cruzan por debajo, e incluso para quienes realicen actividades acuáticas. Son ya árboles anclados a sus apoyos en el cauce, han echado raíces y podrían estar detrás de este deterioro.

Otro gran peligro es el camino asfaltado que continua hacia el Puente de Hierro, al que le empieza a faltar su cimiento, lo que constata un serio peligro para todo aquel que circule por allí. La causa son las riadas del Ebro que humedecen el hormigón y este termina por desincrustarse. O mejor, que nadie los ha arreglado después. Por ejemplo el Ayuntamiento de Zaragoza, que ayer rehusó a hacer declaraciones.

Son muchos los defectos que presenta la ribera del Ebro, unos con mayor magnitud que otros. Como el mal estado de las baldosas que forman las caminos peatonales, levantadas casi todas por la acción de las raíces que se hacen dueñas del subsuelo. El tiempo pasa y ellas crecen sin parar.

EN MACANAZ

Partiendo del parque de Macanaz, el punto más cercano al puente de Santiago, ya se vislumbran los primeros aspectos negativos del paseo, con una orilla repleta de flora alta que no deja ver el río a su paso por la basílica del Pilar y con un césped completamente seco que posiblemente no se haya replantado desde su inauguración.

Además, desde la asociación vecinal del Arrabal expresaron que una buena iniciativa sería integrar barandillas a lo largo de toda la orilla para construir como un mirador, y sobre todo, cuidar más el césped. Por no mencionar el manto de algas que cubre los márgenes del río. También están los miradores que se habilitaron para poder contemplar el río, que ahora pierden parte de su utilidad debido a árboles secos que disminuyen la visión.

Otro de los aspectos que denunciaron desde la asociación fue el abandono de las casetas instaladas en la ribera del Ebro para atraer a las palomas del Pilar. Se pensó para ellas pero están inutilizadas desde hace muchísimo tiempo. También demandaron que se mejore la fuente con los afluentes del Ebro de las dos márgenes, para lo que expusieron como medida añadir más presión al agua y de esta forma se evitaría su estancamiento y la suciedad.

Además, hay mobiliario tirado por el suelo, como un cartel grande que señala el camino y la distancia con otras ciudades y municipios. Y zonas de los caminos que se encuentran todos los días encharcadas porque los riegos están mal programados o mal dirigidos y eso provoca que peatones y ciclistas deban sortearlos.