«Es difícil seguir subiendo tras dos años históricos». El turismo de cámping, que ha vivido un enorme auge en Aragón en las últimas temporadas, también se ha resentido de los malos datos registrados durante el mes de julio. Pero parece no importar demasiado para un modelo que ha conseguido desestacionalizar la llegada de visitantes. «Con bastante esfuerzo hemos conseguido no jugárnoslo todo a una carta», asegura el presidente de la asociación de empresarios de Aragón, José Manuel Ferrero.

Los clientes que optan por la acampada o los bungalós valoran principalmente «el contacto con la naturaleza». Esto permite que se llenen tanto en la primavera como en el otoño recintos que se encuentran en las cercanías de pantanos, pistas de esquí o zonas de protección natural.

El perfil de los turistas suele ser muy familiar. En la temporada alta gran parte llegan del centro de Europa, pero el resto del año suelen ser personas jóvenes de la propia comunidad. «Aunque hemos tenido mala prensa la mayoría de las instalaciones son verdaderos complejos turísticos al aire libre, con piscinas, restaurantes, servicios deportivos y mucha animación», defiende Ferrero.

Sierra de Guara

La variedad de opciones es una de las características del turismo en la comunidad, según afirman desde el departamento de Vertebración del Territorio del Gobierno de Aragón. Una de las últimas modalidades que se ha impulsado es la espeleología. Por esta razón han lanzado una campaña para dar a conocer el «amplio abanico de posibilidades que existen en el Pirineo». Esto se debe a la abundancia de macizos de piedra caliza, que han llenado las montañas de oquedades y simas de todo tipo. Son especialmente reseñables las abundantes cuevas del macizo de Cotiella. Asimismo, en el Parque Natural de la Sierra de Guara están algunos de los recorridos más importantes del mundo, por su longitud y complejidad, como es la cueva de Solencio-Bastarás.

Otro aspecto significativo del es el auge de las recreaciones históricas. Solo en la provincia de Zaragoza este año se organizarán unas sesenta fiestas de este tipo. Evocan tiempos van desde los celtíberos a la guerra civil, pasando por los romanos y los años veinte. En Muel, por ejemplo, en septiembre estrenarán una recreación de las guerras napoleónicas.

La ciudad de Zaragoza espera también el próximo mes un repunte en la actividad turística, un fenómeno habitual en las grandes ciudades. Por el momento sus calles están casi desiertas y los grupos de visitantes se concentran en las zonas históricas.