Abdel Roca Teijelo mató por la espalda a Rubén F. E., de 13 hachazos que le hicieron sufrir innecesariamente. Así lo consideran probado los magistrados de la Sección Tercera de la Audiencia Provincial de Zaragoza, que le imponen por ello una pena de 23 años de prisión por asesinato con alevosía.

José María Hurtado, que presenció el crimen y que le ayudó a preparar el sarcófago de cemento en el que ocultaron el cadáver, en el cibercafé de la calle Navas de Tolosa de Zaragoza, ha sido condenado a tres años como encubridor del crimen. Ya los ha cumplido, así que seguirá en libertad, de la que disfruta desde el último día del juicio, el pasado 26 de septiembre.

Además, tanto Hurtado como Roca --defendidos, respectivamente, por Eloísa Gimeno e Ignacio Pérez-Santander-- deberán indemnizar a la hija de la víctima con 100.000 euros y a sus padres, representados por Juan José Serra, con 30.000.

Según recoge la sentencia, la discusión que mantuvieron los socios comerciales Abdel y Rubén en la tarde del 10 de junio del 2011, en el local del barrio de Delicias, terminó cuando, al volverse la víctima hacia Hurtado, Roca le golpeó con el hacha repetidamente.

Los jueces admiten que el relato de los hechos procede de una fuente dudosa, el encubridor. Pero afirman, como reconstruyó el grupo de Homicidios, en la instrucción, que hay muchos hechos que corroboran la narración de Hurtado. Entre otros, la secuencia de llamadas de ese día y los posteriores, o los móviles de ambos que les sitúan, según captó la antena de telefonía, al menos en aquella zona. También tienen pruebas de que Hurtado compró los materiales para elaborar el sarcófago en un centro comercial --parte de ellos incluso los pagó con la tarjeta del muerto--, y un testigo vio a Roca en la calle y le tomó por un albañil.

MÚLTIPLES PRUEBAS

Además, el hecho de que este último se fugase a Cuba, y luego a Ecuador y a EEUU; el que contactase con la novia del fallecido --que está en paradero desconocido--, para darle 2.000 euros; el que tuviera sangre de la víctima en la ropa interior y el que llamase a Hurtado para que también se fugase a Cuba cuando se descubrió el cadáver, también corroboran la reconstrucción policial de los hechos.

La defensa de Roca había aducido que el análisis entomológico --de los insectos que se crían en los cadáveres-- situaba la fecha de la muerte nueve días después de la establecida, cuando el condenado ya estaba en Cuba. Pero los forenses indicaron que no eran muy fiables, entre otras cosas porque las larvas no aparecieron en cuerpo, sino fuera. El sarcófago de cemento, mal elaborado --permitió que se escapasen los líquidos cadavéricos y el olor destapó el crimen--, pudo alterar esta datación.