El patrimonio y la memoria histórica son más accesibles entre Monzón y Selgua tras la recuperación de restos de fortificaciones y trincheras en una ruta turística que ayer abrieron el presidente de la Diputación Provincial de Huesca (DPH), Miguel Gracia, y el alcalde montisonense, Álvaro Burrell, como máximos responsables de las administraciones que han sufragado estas actuaciones.

Esta obra de ingeniería militar, conocida como Línea del Cinca, fue la principal obra defensiva que construyó el bando republicano en Aragón durante la guerra civil. Ahora, los restos de una de las etapas más decisivas y duras de la historia «deben servir para la memoria, el recuerdo y, sobre todo, que no caiga en el olvido de las generaciones de jóvenes la mucha gente que luchó por las libertades y la democracia, manifestó Gracia.

En su opinión, esta ruta va más allá de su vertiente turística y tiene importancia simbólica, además de constituir un acto de justicia histórica. Se trata de una de las más significativas actuaciones del programa de memoria histórica de la DPH, que se desarrolló durante el pasado año con un presupuesto de 70.000 euros, si bien el coste total ascenderá a 100.000.

En palabras del alcalde de Monzón, «es necesario revalorizar el patrimonio más cercano, por duro que sea». En su opinión, es un acierto unir los puntos visitables y accesibles con la recuperación de la memoria histórica. Álvaro Burrell habló de una primera fase porque su intención es seguir trabajando en la Línea del Cinca.

Este sistema defensivo muestra la relevancia que tuvo el sector de Monzón, con posiciones estratégicas en Selgua, Monzón y Castejón del Puente.

La creación de esta ruta viene a completar la señalización de otras en Monzón como es la de la antigua Judería, otra que recorre los lugares emblemáticos del casco histórico o la ruta del Camino de Santiago.

RECORRIDO

El recorrido que propone la Línea del Cinca, ya abierta al público, comienza en las cañoneras del castillo de Monzón y continúa por el río Cinca. En esa zona destacan los elementos de la localidad de Selgua, desde trincheras y nidos de ametralladoras a polvorines o refugios situados junto al barranco de la Clamor. Asimismo, se puede ver el cerro de San Salvador, donde se ubica una ermita en la que quedan las huellas del conflicto en los relieves de sus paredes y que pone punto final a la ruta.