Para no ser menos que sus colegas, Rato visitó Zaragoza repartiendo sonoros bofetones dialécticos. Ayer los paseábamos en la cara, marcaditos los cinco ilustres dedos como un símbolo de que el Gobierno central y la dirección del PP están decididos a someternos mediante el maltrato. Se han empeñado además en que les cojamos gusto a las palizas. Y no diría yo que no acaben por lograrlo.

Oiga, le preguntaron a don Rodrigo, ¿cómo es que el Levante se lleva muchas más subvenciones de la UE que Aragón y de propina mil y pico hectómetros de agua del Ebro?. "No me vengáis con victimismos. En la vida habéis estado mejor que ahora, julandrones", contestó altivo el vicepresidente mirando hacia el Pignatelli con toda su guasa. Vale, excelencia, perdone; pero ¿qué pasa con el artículo 48 del Estatuto (financiación de la DGA mediante pacto directo con la Administración central)? "El artículo 48 ése se lo reclamáis al maestro armero, majos, a ver qué os dice", zanjó la cuestión el gran mago de los números.

Toma candela. El actual Estatuto de Autonomía, que precisamente fue aprobado con los votos del PP en Zaragoza y Madrid, resulta ser papel mojado. En cuanto a las supuestamente fabulosas inversiones gubernamentales, seguro que a Rato no se la ha ocurrido descontar lo que diversos ministerios, con Fomento a la cabeza y Defensa detrás, están recuperando en operaciones urbanísticas a la medida, tanto en Zaragoza como en otras ciudades aragonesas. Esa privatización salvaje de suelos públicos ha drenado nuestros recursos financieros, ha echado leña seca a la hoguera de la especulación y ha sido, en fin, un escándalo mayúsculo que aquí nos hemos comido sin chistar, para que ahora vengan a llamarnos victimistas, insolidarios y capullos (bueno, en esto último tal vez tengan razón).

Ministro que llega, bofetada que nos cae. ¡Y esta gente aspira con fundamento a llevarse más del cuarenta por ciento de los votos emitidos en Aragón!