Historiador de profesión, Abraham Haim se especializó en el mundo árabe y el otomano y en la cultura española. Además es director general del Patrimonio Sefardí del Ministerio de Educación y Cultura de Israel. Haim, que vino a Zaragoza recientemente invitado por Sefarad Aragón, nació en Jerusalén en 1941 en el seno de una familia sefardí.

--¿Queda mucha huella judía en Zaragoza?

--El problema es, como en otras partes de España, que casi todo está borrado. Gracias a los archivos se tienen datos sobre la la ubicación de la judería y de las instituciones, pero es imposible ver algo del siglo XIV con tus propios ojos. No obstante, sabemos por fuentes hebreas que en Zaragoza, Huesca, Teruel y otras localidades existieron, hasta la expulsión, destacadas comunidades judías.

--¿Cuántos sefardís viven en España?

--Ahora mismo, viven entre 40.000 y 50.000 judíos, de distintos orígenes, no solo sefardí. Proceden de Marruecos, de Hispanoamérica...

--¿Habla español porque es su lengua materna?

--Mis abuelos hablaban ladino, por lo que me resultaba una lengua familiar, pero yo aprendí el español en el marco de los cursos de verano de la Universidad de Salamanca, donde participé durante décadas como alumno y profesor.

--Las Cortes tramitan una ley para que los descendientes de los sefardís puedan adquirir la nacionalidad española. ¿Llega tarde el reconocimiento?

--Es un buen paso. Lo valoro como una decisión importante, que llega un poco tarde, aunque más vale tarde que nunca. Ahora bien, ¿cómo cabe calificar esta iniciativa? ¿Como un acto de justicia? No lo veo así. Se trata de un paso más en el proceso de reencuentro en que nos hallamos y que no data ni de ayer ni de anteayer. Hace 90 años, con un decreto de 1924, promulgado por Primo de Rivera, ya se podía conseguir la nacionalidad española, siempre y cuando se solicitara. Debido a ello se salvaron miles de judíos, sefardís y de otro origen, durante la segunda guerra mundial, dado que se les dieron pasaportes españoles.

--En su caso, ¿qué sentirá con el pasaporte español en la mano?

--Yo me siento desde hace décadas sefardí y español. No me siento extraño en este país, al contrario, aquí estoy como en mi propia casa. Cuando tenga en la mano un pasaporte sefardí me sentiré más orgulloso. Se añadirá a unas circunstancias en las que estoy desde hace tiempo.

--¿Por qué cree que se abre ahora la posibilidad de nacionalizarse español?

--No se trata solo de hacer un favor a los sefardís. Existe la adoración a los sefardís. Nos ven como parte de su propia cultura. Pero también se piensa en inversiones de sefardís que se pueden instalar aquí y se integren en la sociedad española. Se trata de intereses legales, lógicos, y que aumentan la identificación de los sefardís con España.

--¿Cuántos sefardís viven en la actualidad?

--Se habla de unos tres millones en todo el mundo, pero creo que hay menos. Sea como sea, los sefardís son una minoría dentro del pueblo judío. La mayoría son ashkenazís, de origen europeo, y hay comunidades orientales, de los países afroasiáticos y del norte de África. Los sefardís son, estrictamente, los descendientes de los expulsados en los siglos XIV y XV, que mantuvieron la cultura y la lengua materna en la diáspora.

--Tiene mérito tras cinco siglos

--Sí, es una maravilla. Los españoles hoy se asombran menos, pero se conmovían y se asombraban de este fenómeno. ¿Cómo era posible que existieran unos grupos humanos que, sin ninguna relación directa con la Península, continuaron utilizando una lengua del siglo XV, y sin guardar rencor a este país? Al contrario, lo añoraban y soñaban con el retorno.

--Hace poco el Congreso español aprobó una proposición no de ley para reconocer el Estado palestino.

--Yo prefiero llegar a un acuerdo bilateral con los palestinos, como mantiene el Gobierno de Netanyahu. La solución del conflicto será la creación de dos estados, el judío y el palestino. Veo negativo reconocer de forma unilateral un Estado que aún no tiene una forma concreta. Prefiero esperar más, renovar el proceso de paz, que está bloqueado, dejar la violencia... A partir de ese momento se reconocerá el Estado palestino, primero por Israel y luego por el resto del mundo. Con un reconocimiento unilateral estamos poniendo la carreta delante de los bueyes. Se debe esperar y negociar, pues hay problemas clave sin solucionar. Y al final llegará el Estado palestino, un Estado vecino que podría convivir con Israel.

--Pero se siguen construyendo asentamientos.

--No es nuevo. En la guerra de los Seis Días, Israel fue obligada a declarar un conflicto en el que conquistó toda la Tierra Prometida, Cisjordania y Gaza. Y los gobiernos de Israel, de diferentes partidos, veían lógico que cualquier israelí pudiera instalarse en la Tierra Prometida. No hablo de soberanía política. Fue de forma física, sin expulsar a nadie, comprando un terreno y construyendo una vivienda. Y los gobiernos israelís de entonces no pensaban que un día habría que negociar con otro pueblo, no judío, que vive en la misma tierra. Luego, a raíz de los Acuerdos de Oslo, con el reconocimiento de la Autoridad Palestina, la cosa cambió. Y ahora es ya un hecho consumado. No se puede evacuar a tanta gente ni convertir Jerusalén, que es la capital efectiva del país, en la nueva Berlín dividida de Oriente Próximo.