Vasile B. y su amigo Darius P. compartieron banquillo de la Audiencia Provincial de Zaragoza hace dos semanas. El primero por violar a una joven y el segundo por no impedirlo. Esa era la acusación que recaía sobre ellos, si bien el tribunal provincial firma una sentencia absolutoria para ambos porque, tal y como reconoce, hay dudas para condenar. El principal encausado afrontaba 12 años de cárcel y el pago de 10.300 euros, mientras que al otro de los procesados le solicitaban 3.600 euros por omisión del deber de impedir la comisión de un delito.

Los magistrados de la Sección Tercera de la Audiencia Provincial de Zaragoza afirman que hay versiones contradictorias y que «no hay ningún motivo espurio» en la denunciante, si bien consideran que existen otros testigos que desvirtúan los hechos, tal y como dijo haberlos sufrido la denunciante. Tienen especialmente en cuenta el relato de la novia de Vasile B., que lo califican de «trascendente» y «totalmente creíble».

Esta explicó que apareció su novio en la vivienda que comparten en la calle Pedro I de Aragón de la capital cuando se iba a ir a trabajar como enfermera. Iba acompañado de la denunciante, por lo que le preguntó qué hacía con una chica en casa, comenzando una discusión. Vasile B. le convenció de que la joven había perdido el móvil en la discoteca Bio Bio y que iba a casa para ayudarle.

La novia del encausado recordó que preparó dos cafés, uno para cada una, y que incluso le preguntó por las medias rotas que llevaba, a lo que la joven respondió que se había caído poco antes en el camino. No le explicó que había sido agredida sexualmente en un descampado, pudiendo haber evitado la siguiente agresión sexual que dijo ante la Policía Nacional haber sufrido.

La novia de Vasile B. abandonó el domicilio «mosqueada y celosa», ya que era la primera vez que el joven llevaba a una chica a casa, por lo que estuvo después hablando por WhatsApp con el hermano pequeño de Vasile para que le vigilara, debido a que dormía en la habitación contigua. Reconoció que se temió que la verdadera intención era la de mantener relaciones sexuales, pero sus peores presagios se hicieron realidad. Las hubo, ya que los acusados, defendidos por los abogados José Luis Melguizo y Armando Martínez, afirmaron que todo fue consentido. La sentencia no es firme y puede ser recurrida por la Fiscalía o la abogada de la acusación, Eva María Parra.