La jueza María Eulalia Blat ha absuelto a Eugen M. de una agresión a su expareja, para quitarle el dinero que acababa de ganar por un servicio de prostitución, quebrantando además con ello la orden de alejamiento que pesaba sobre él por un episodio de maltrato anterior.

Una combinación de delitos por los que la fiscala pedía para él cinco años de cárcel, pero que quedaron sin probar al retractarse en la sala la víctima, K. L. A., en el Juzgado de lo Penal número 9 de Zaragoza. De hecho, la jueza acuerda deducir testimonio para investigar si la mujer cometió delitos de denuncia falsa o de falso testimonio (es decir, si mintió al principio o al final), como había pedido la fiscala.

La jueza recuerda en la sentencia que en el proceso penal, las pruebas que valen son las que se practican en sala. Y en la vista no hubo ni un «vestigio» de la agresión, ya que la denunciante aseguró que ella se prostituía voluntariamente, y que si denunció a su expareja fue «por despecho» y porque tenía problemas psiquiátricos. Afimó incluso que las lesiones, acreditadas en parte médico, se las produjo ella misma, a puñetazos.

Una versión «sorprendente», dice la jueza, que deja el caso sin pruebas, habida cuenta de que el acusado lo negó todo y que el trabajador del hotel (donde ocurrió la agresión) que testificó ni siquiera trabajaba en el turno de noche. Por ello no le queda otra que absolver a Eugen M., defendido por Carmen Sánchez.