Si hay colillas es que alguien ha fumado. Pero determinar quién lo ha hecho, en el mundo judicial, es mucho más complicado, por muchos dedos amarillos y olor a tabaco que se encuentren. Así ha ocurrido en el caso de dos juzgados por quemar un coche en Zaragoza en verano del 2015 , que acaban de ser absueltos porque, pese a los indicios en su contra, ninguno llegaba a constituir una prueba. La Fiscalía no lo veía así y pedía un año y medio de prisión para cada uno, pero la jueza del Penal 1 de Zaragoza les ha exonerado de cualquier responsabilidad.

Los hechos que recoge el fallo se remontan a la noche del 9 de junio del 2015, cuando un coche modelo Renault Laguna estacionado en la calle Inglaterra del barrio de Delicias fue quemado con gasolina, proveniente de una garrafa de agua de cinco litros que se encontró junto a la ventanilla fracturada del copiloto.

Los testigos explicaron a la Policía que habían visto a un joven en la zona subiéndose a un coche rojo, con la letra V en la matrícula, que se fue rápidamente del lugar, según informó en su día la Policía Nacional.

De hecho, al poco tiempo fue interceptado un Citroën ZX rojo, matrícula V, por el barrio Oliver. En él circulaban J. L. A. P. y J. M. H. S., los acusados que han sido absueltos en el juicio, representados por las letradas Elena Mainar y Araceli Esteban.

Junto a ellos, en el asiento trasero, iba precisamente el propietario del vehículo quemado, que padece una cierta discapacidad intelectual.

Además, el copiloto tenía una quemadura en la mano, y en el maletero del coche había una lata vacía de gasolina.

SIN TESTIGOS / Los indicios fueron suficientes para su arresto, pero no lo han sido para su condena. Según repasa la jueza en el fallo, los policías que acudieron al lugar del incendio recordaban lo que les contaron los testigos sobre el varón que se dio a la fuga en el coche, pero estos no fueron citados para la vista, por lo que el testimonio no era directo, sino de referencia, y pierde valor probatorio de cara a la condena. Pero además, durante la causa se hablaba de una supuesta confesión espontánea de uno de los detenidos, que habría dicho que quemaron el coche por encargo de su dueño. No solo lo negó el acusado, sino que ninguno de los agentes que testificaron recordaba en el juicio esa confesión.

Así las cosas, y dado que el herido ofreció una explicación plausible para la quemadura de la mano -que se cayó con la moto-, tanto esta lesión como la garrafa vacía de gasolina, como el coche rojo o la compañía del propietario no pasan de ser indicios. Múltiples, puede, pero que no bastan para romper la presunción de inocencia que ampara a cualquier procesado.