Siguiendo con lo que les decía el miércoles, no cabe táctica más absurda que el actual atricheramiento del PP en el PHN y la guerra. Ambas cuestiones (y la metodología prepotente que rodeo su gestión por el Gobierno Aznar) fueron decisivas a la hora de intensificar el descalabro conservador en las urnas y su desangelada soledad en el reciente debate de investidura. ¿Por qué pues empeñarse en sostener contra viento y marea las causas del fracaso?

Resulta patético escuchar a Rajoy y los suyos hablar de los pactos secretos de Rodríguez Zapatero con sus aliados rojo-separatistas cuando lo único que está haciendo el actual presidente es cumplir con prontitud y firmeza sus compromisos con la sociedad española; o sea, los compromisos que le dieron la victoria electoral. Pero el tema tiene más hondura, porque los populares no ocultan su intención de convertir los próximos comicios europeos en una especie de segunda vuelta o de repesca plebiscitaria que les permita recuperar su crédito y cartel político tras el revolcón del 14-M. Por eso todavía es más insólito que aborden tal reto insistiendo en todos y cada uno de los motivos (incluído el de la España Una y Grande) que ya fracasaron en marzo. De verdad que es incomprensible.

En el PSOE, claro, encantados. Si el PP y sus correas de transmisión mediática mantienen la pugna política en los mismos términos y con la misma vehemencia ultraconservadora de la pasada campaña, los votantes de centro-izquierda y de izquierda-izquierda volverán masivamente a las urnas dentro de dos meses a remachar el no a la guerra o el no al PHN. No le arriendo las ganancias al bueno de don Mariano. Porque mientras Zaplana y Acebes destilan bilis y Aznar pide perdón a Bush, el Gobierno socialista, que viene trabajando a todo gas, está listo para tomar sucesivas medidas que serán especialmente gratas para la sufrida ciudadanía. ¿Plebiscito en las europeas? Que no os pase nada, maños.