"El mayor es un encanto, inteligente y muy formal. El pequeño es alegre y muy simpático". Así describe Pilar Arbonés, una jubilada zaragoza de 84 años, a sus dos nietos, Daniel y Víctor. Pilar usa la sonrisa y el presente para expresarse, pero lleva ocho años sin ese presente, sin poder ver a sus nietos. Ganas no le faltan, pero es madre de hijo divorciado sin custodia y los tribunales "no se preocupan por garantizar la relación entre abuelos y nietos".

Precisamente, para reivindicar la importancia de los vínculos entre mayores y pequeños y luchar por el derecho a verse por encima de los problemas familiares intermedios, Pilar creó con otras tres mujeres en 1997 la Asociación de Abuelos y Abuelas de Aragón.

Después de unos años de parón, esta entidad recibe ahora un nuevo impulso con la entrada de nuevos miembros, "más jóvenes". En una convocatoria pública pusieron ayer de manifiesto que sus demandas no han cambiado. Su presidenta tampoco, porque aunque Pilar apenas puede ya andar y tiene la vista algo dañada, asegura que tiene "afán de vivir".

Tras unos años en régimen de visitas cada 15 días, al hijo de Pilar se le retiró la posibilidad de ver a sus dos hijos. Y en consecuencia, Pilar perdió a sus dos nietos y éstos a su abuela paterna, situación que se acrecentó al mudarse éstos a otra ciudad. "No sé que vida llevan porque nos han negado ese derecho. Les vi por última vez cuando tenían 10 y 9 años. Ahora tienen 18 y 17 y mi mayor alegría sería poder verlos de nuevo", explica Pilar con voz suave pero sin titubeos. "Sé que ya no les veré. En otras circunstancias, con otras piernas, intentaría encontrarles pero ya no es posible", se lamenta esta abuela zaragozana, que a pesar de su impotencia no se resigna a abandonar su causa ni la asociación, "porque somos muchos quienes en mayor o menor grado vivimos esta situación".

La de Pilar es especialmente dura, porque explica que sus nietos llegaron a declarar que no querían ver más a su abuela "porque era mala". Pilar no entiende ese cambio de parecer: "Nos queríamos y me trataban con mucho cariño. Por eso creo que la psicóloga que les atendió debió influirles de alguna manera para que se volvieran contra mí. No encuentro otra explicación".

Como ella, los otros dos abuelos y siete abuelas de esta asociación quieren alertar de la gravedad de que los lazos entre abuelos y nietos sean negados colateralmente .