Con la limitación de movimientos pueden pasar más inadvertidos. Pero la realidad es que desde el mes de julio media docena de personas permanece acampada en la plaza del Pilar de Zaragoza reclamando una solución habitacional tras el desahucio de un hotel que habían ocupado en la zona del Casco Histórico. Una historia simbólica que puede ejemplificar lo que entidades como la Coordinadora de la Vivienda de Aragón consideran un empeoramiento de las garantías sociales en la comunidad. Por eso piden «una solución habitacional» que tendría que haber llegado justo en el momento del desalojo, según marcan las normas actuales.

El portavoz de la coordinadora, Ricardo Arnedo, lamentó ayer la falta de «voluntad política» por parte del Ayuntamiento de Zaragoza y el Gobierno de Aragón para actuar en un caso que parecía «claro» desde el primer día. En este momento los acampados afrontan una ola de bajas temperaturas y se conoce que muchos de ellos arrastran una gran «mochila» de enfermedades, algo que hace todavía más urgente la toma de medidas.

«El colectivo fue desalojado de un hotel propiedad de Sareb (el llamado banco malo) abandonado durante años con el único objeto de especular con el inmueble, desde entonces las administraciones públicas aragonesas miran hacia otro lado, un doloso ejercicio de hipocresía institucional», lamentan desde la coordinador al señalar que ya suman más de 160 días en plena calle.

Los miembros del campamento destacaron en el acto de apoyo su intención de permanecer acampados en la plaza con el objetivo de «visibilizar sus reivindicaciones» así como recordar que otras muchas familias en la comunidad se encuentran en una situación similar.