Una mujer que trabajaba como cuidadora de un anciano en un hospital de Zaragoza, mientras este se recuperaba de una operación en la que se le amputó un pie, acudirá próximamente al juzgado acusada de haberle robado dinero, aprovechándose de su desvalimiento y del hecho de que sabía dónde guardaba la tarjeta y tenía las claves.

La Fiscalía pide para la mujer tres años de prisión por robo con fuerza en las cosas y que devuelva todo el dinero. No solo lo sustraído, sino las comisiones bancarias por la extracción, de más del 10%.

Los hechos, según los refleja el ministerio público, sucedieron entre los meses de enero y febrero de este año, cuando el hombre, de 80 años, se recuperaba de la citada intervención quirúrgica en un centro sanitario de la comunidad.

La mujer había sido contratada para cuidarle, y al parecer en alguna ocasión le había dejado su tarjeta de crédito y le había dado las claves, para que extrajese dinero para pagarse el autobús.

El hombre tenía «graves problemas de movilidad», obviamente agravados por la amputación, y la mujer se aprovechó de esa circunstancia y de su avanzada edad, según considera la acusación pública, para quitarle la tarjeta de crédito de la mesilla en la que la guardaba y sacar dinero en dos ocasiones, los dos últimos días de trabajo.

Fueron un total de 650 euros, en dos extracciones de 300 y 350, por las que el banco cobró comisiones de 13,50 y 15,45 euros, respectivamente, que la mujer, defendida por Carlos Vela, deberá reintegrar si se demuestra su culpabilidad.

Este tipo de casos, tanto de cuidadores como de empleados del hogar, no son alarmantemente frecuentes pero tampoco extraños, y la Policía recomienda pedir referencias de quien se contrate y, sobre todo, tener algún certificado de su identidad, ya que en ocasiones el afectado cuenta luego solo con un teléfono y un nombre para identificarla. Habitualmente suelen aprovecharse de ancianos que no pueden valerse por sí mismos.