Radu B. ha sido acusado por la Fiscalía de quebrantar una orden de alejamiento y prohibición de comunicación que tenía respecto a su expareja, E., por un caso de malos tratos. Lo llamativo del caso es que en realidad no fue él quien la llamó, sino la Policía, cuando habían detenido al hombre por otro asunto. Aun así, el ministerio público considera que con esto se quebrantó la orden judicial, y pide una condena de nueve meses de prisión para el acusado. El juicio por el momento no ha podido celebrarse, al no haber comparecido el hombre.

Los hechos ocurrieron el 18 de diciembre del año pasado, cuando Radu B. estaba en comisaría tras haber sido detenido por otro asunto. Un robo, concretamente. Durante la lectura de derechos, los agentes le informaron de que podían llamar a quien él quisiera para comunicarle la detención. Y el arrestado dio el nombre de su expareja.

Los agentes llamaron a la mujer, y descubrieron a través de ella que tenía una orden de alejamiento a más de 200 metros y prohibición de comunicación que le fue impuesta por un anterior delito de violencia de género el 14 de noviembre del año anterior, y que aún estaba vigente cuando ocurrió la llamada.

Las diligencias fueron tramitadas por quebrantamiento de medida, y así han llegado al juzgado. Está por ver si el juez avala esta especie de quebrantamiento por inducción, ya que no fue el acusado, en realidad, quien se puso en contacto con la mujer.

En cualquier caso, hay precedentes equiparables en cuanto a juicios. Sin ir más lejos el del padre que se llevó a su hijo tras no devolverlo al punto de encuentro familiar.

La única condena que le fue impuesta se basó en una comunicación directa por mensajes, pero también fue juzgado por quebrantamiento por, supuestamente, dar regalos y mensajes al hijo para que se los hiciera llegar a la madre. En ese caso, como en el de las vejaciones que dieron origen a todo el embrollo judicial, fue absuelto.