Pilar, una zaragozana de 93 años, falleció en una residencia sin ser consciente de que buena parte del dinero que había ahorrado toda su vida -433.000 euros- se había esfumado de sus cuentas. Los supuestos responsables de dejar un saldo de 7.000 euros fueron una sobrina nieta, el marido de esta y la hija de ambos. Ayer, todos ellos se sentaron en el banquillo de la Audiencia Provincial de Zaragoza acusados de un delito de apropiación indebida y otro de blanqueo de capitales. Se enfrentan a 5 años de cárcel de manera individualizada.

Los tres procesados, Milagros A., Alberto M. y Milagros M., negaron haber sido las personas que hicieron las extracciones de dinero en detrimento de su tía. Tan solo admitieron una de 27.000 euros, además de liberarle un fondo de 200.000. Cantidades que, según aseveraron, fueron reintegradas en su totalidad a la víctima, después de que la anciana suspendiera sus planes de ir a vivir con su sobrina nieta y no fuera necesario el dinero para unas reformas en su vivienda.

Una justificación que sorprendió a la abogada de la acusación particular, ejercida por Rebeca de Miguel, quien ironizó «sobre si iban a remodelar el Escorial con tanto dinero».

Esta letrada, que representa a otro sobrino de la anciana que es el que descubrió el supuesto expolio, hizo un repaso de las declaraciones de la renta realizadas por los encausados, dejando entrever que el dinero declarado no se corresponde con los importantes ingresos en efectivo presentes en sus cuentas corrientes. La explicación que dieron es que es dinero procedente de créditos solicitados o de una costumbre que tiene Alberto M. que, tal y como explicó este exbancario, «de vez en cuando, cuando hay cambios políticos, saco el dinero, lo guardo en casa y luego lo vuelvo a meter en el banco porque así doy movimiento a las cuentas. Nunca hay que tenerlas paradas».

Las acusaciones, tanto la particular como la Fiscalía, creen que pudieron sacar el dinero, gracias a que el banco envió a la residencia una tarjeta con un pin «al que pudieron tener acceso». El por qué lo hicieron lo intuyó una trabajadora social de la DGA: creían que eran los herederos universales y si sacaban el dinero antes de que muriera no tendrían que pagar el impuesto de sucesiones. Sin embargo, no era la última voluntad de Pilar.