No es el mejor día para ser optimista. Es lunes y venimos de una semana nada propicia para la sonrisa: una investidura fallida en el Congreso de los Diputados, una ola de calor que ha dejado a gran parte del continente europeo sin aliento y un horizonte nada halagüeño en lo político. Menos mal que comienza agosto y parece que el octavo mes del año permite olvidarlo todo. O casi todo.

Pese a ello, me resisto hoy a ser pesimista. Tanto es así que procedo a relatar algunos de los malos augurios que no se han consumado en los últimos meses en Aragón y que han dado al traste con las ilusiones de muchos agoreros.

Hace ya casi dos años, el referéndum de Cataluña hizo saltar las alarmas, no solo en el ámbito político y social, sino también en los círculos empresariales. El proceso, decían algunos, iba a impactar en la economía aragonesa de una forma notable. De hecho, el Ejecutivo de Javier Lambán anunció la creación, en octubre del 2107 (pocos días después del 1-O), un observatorio específico con presencia de los agentes económicos y sociales para dar una respuesta «unificada» a los efectos que en Aragón pudiera producir el proceso soberanista catalán.

El hecho de que Cataluña sea el primer cliente de Aragón despertó los peores augurios. El propio observatorio, dirigido por el catedrático Eduardo Bandrés, estimó que el impacto en el PIB podría restar hasta 1,2 puntos en el peor escenario y medio en el más moderado. Pero todo quedó en nada. O en casi nada. Apenas un año y medio después, los economistas negaron una repercusión relevante. De hecho, Aragón fue la comunidad que más creció en el 2017 y fue de las más dinámicas en el 2018. Tampoco se produjo una fuga de empresas hacia el territorio aragonés.

LA INESTABILIDAD ES MALA

Este es solo un ejemplo que ilustra que las expectativas, en muchas ocasiones, no se corresponden con la realidad. Y eso crea incertidumbre, inestabilidad y miedo. Nada bueno. Algo similar ocurrió cuando el Gobierno aprobó la subida del Salario Mínimo Interprofesional a 900 euros al mes.

El Banco de España, los gurús de la economía y muchos empresarios se echaron manos a la cabeza y pronosticaron un incremento del desempleo en el país, principalmente entre los más jóvenes y los inmigrantes, colectivos menos remunerados y, por tanto, potenciales despedidos ante la imposibilidad de subirles el salario. Pues bien, el empleo no solo no ha descendido sino que ha ido creciendo, también en Aragón, además a un buen ritmo. Está claro que esta medida no ha paliado la temporalidad, pero ha permitido dar un paso en esa dirección.

Y ahora nos plantamos en la semana en la que se debate la investidura del socialista Javier Lambán como nuevo presidente de Aragón. El escenario es inédito. El PSOE necesita el apoyo del PAR, pero también de CHA y Podemos para regresar al Pignatelli. Además, este Gobierno inédito también cuenta con el beneplácito de IU al menos para facilitar la investidura. Veremos lo que ocurre, pero Aragón podría convertirse en el espejo en el que mirarse en lo político, habida cuenta de lo sucedido la semana pasada entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias.

Ya sé. Es lunes. Hace calor. Y tenemos otra semana de investidura por delante. Pero vamos a pensar en que todo es mejor de lo que parece.