Se han quitado de encima los de CHA a sus radicales y abertzalizadas juventudes, y al tiempo notorios excomunistas se disputan ante los tribunales el control de Progea , que es una imponente red de empresas puesta en marcha en su día por el PCE para promover vivienda protegida. Bien se ve que la inocencia no soporta la vecindad del poder ni del dinero.

Lo de CHA, por ejemplo, no es sino la consecuencia obvia de los desgarros que puede causar en un partido construido y rodado en la oposición alternativa su acceso al sistema institucional. Por otro lado, Chunta es una organización tan cerrada y tan aislada en su peculiar intramundo que resulta muy complicado determinar si el cisma entre adultos y jóvenes nacionalistas se debe a la batasunización de los primeros o a la reconversión de los segundos al pragmatismo gestor. Esta formación política, tan fresca, medioambiental y adolescente, tuvo muy fácil definirse como nacionalista de izquierdas sin precisar nunca cuán nacionalista y cuánto de izquierdas era, y sin que le conste a la ciudadanía avisada si verdaderamente se puede ser esas dos cosas al mismo tiempo. Mientras bastó con enarbolar banderas y pancartas y toda peña (juvenil y radicalota) era bienvenida al cha-cha-cha, no hubo problemas; pero ahora que un chuntero maneja el urbanismo de Zaragoza la cosa cambia. Natural.

De eso saben mucho los viejos lobos (del comunismo y del postcomunismo) que aúllan y pelean en Progea . Aprendieron hace tiempo lo dura que es la vida, lo atento que debe estar uno a la jugada... y lo goloso que es el negocio inmobiliario. ¡Quién podía imaginar todo esto hace treinta años!

Y dense cuenta ustedes de una cosa: En estos dos líos que comento, tan dispares, la inocencia se perdió definitivamente por dimes y diretes relativos en última instancia al solar y el ladrillo. El árbol de la ciencia, del bien y del mal produce hoy manzanas urbanizables.