Hace cuatro años a Bárbara Montoro, una joven de 23 años, se le ocurrió que su amor por los animales podría ayudarle a ganar un poco de dinero. Fue así como puso un anuncio en internet ofreciendo su casa como alojamiento para perros cuando sus dueños quisieran viajar. Desde entonces, fines de semana y puentes, se ha dedicado a cuidar canes y a tratarlos de tal modo que se sintieran como con su familia.

«Vi esta opción como una alternativa a las residencias en el que el trato es más colectivo. Se me ocurrió que podía ofrecer una atención personalizada, además de ir informando a los propietarios del estado de la mascota enviándoles fotos mientras jugábamos o paseábamos», comenta Bárbara, «También los sacaba a correr ya que muchos no tienen esa opción con sus dueños», apostilla.

Sus compañeros de universidad poco tardaron en copiar su iniciativa, incluso llegaron a ofrecer entre cuatro compañeros de piso la posibilidad de acoger a mascotas y dividirse el trabajo. «Al ser varias personas nos organizábamos para que uno le sacara por la mañana, otro a mediodía, por la tarde y por la noche. Al perro no le faltaba atención ni cariño», apunta Bárbara.

Alberto Cubel también ofrece sus servicios de paseador de perros. Ha llegado a tener hasta dos y tres por día. «Es una forma de ganar un dinero, pero como mucho puedes sacar 300 euros. Aunque si te va muy bien puedes llegar a los 500. Al fin y al cabo esto es un hobby, no un oficio», reconoce. Es consciente de que es dinero que se consigue de forma no legal. «Si me diera de alta de autónomo tendría que cobrar el paseo por 15 euros en vez de 4 o 6 que solía pedir. Hay mucha gente que no se lo podría permitir».

Tamara Díaz, paseadora y amante de los animales, asegura que los dueños son capaces de percibir la capacidad para encajar con las mascotas y encargarse de su cuidadado. «Yo tengo dos perras y pájaros en casa y eso también les genera tranquilidad», añade.

Durante sus años de estudiante se dedicó a pasear a perros esporádicamente, pero asegura que no es una actividad muy común en Zaragoza.