Hace casi un año, en la web Andalán, el prestigioso geógrafo y concejal de Ansó Antonio J. Gorría Ipas explicaba cómo desde 1975 la Unión Europea definió territorios desfavorecidos por diferentes criterios, por zonas de montaña, despoblamientos o problemas específicos. En el caso de Aragón, la Directiva 14/07/1986 considera que del conjunto de 731 municipios que conforman la Comunidad Autónoma 237 son zonas desfavorecidas por despoblación, otros 294 se hallan desfavorecidos por ser zonas de montaña, pobres o peligrosos terrenos, etc.

Así pues, hace muchos años que se diagnosticaron estas zonas problemáticas, pero se ha hecho muy poco para corregir los problemas a pesar de que desde esas mismas fechas la Unión Europea ha tratado de poner remedio a través de los Programas de Desarrollo Rural (PDR) aplicados en cada región, o comunidad autónoma, u otros más específicos para zonas concretas como son los Interreg (para zonas fronterizas como el Pirineo) o los programas Miner para zonas mineras en retroceso económico. A pesar de estos programas, 555 municipios (más del 75% del total) han perdido población en lo que llevamos de siglo.

Recordaba entonces cómo el pasado otoño desde los discursos del Gobierno autónomo, las Cortes, o diputaciones provinciales, se proponían planes contra la despoblación. Quizá ya sea tarde para muchos municipios (la mitad con menos de 150 habitantes). Y denunciaba las nuevas «políticas contra la despoblación cuando, en los últimos años se han dejado perder iniciativas económicas que fijaban población en el territorio y habían surgido de las corporaciones y agentes sociales de los municipios». Y concluía proponiendo que «apoyar las iniciativas locales, que ya existen incluso en pequeños municipios, sería la mejor forma de luchar contra la despoblación, quizá no sea necesario elaborar grandes planes, sino, como primer paso, impulsar lo ya existente y no dejar que se muera». Luego me referiré a ello.

La guinda que coronaba toda esta serie de olvidos, despistes, desinterés, la daba en abril de este año una medida del Gobierno de Rajoy que era comentada así por Pedro Bravo en eldiario.es: «Rajoy anuncia 100 millones de euros en ayudas para luchar contra la despoblación en la España rural…»: una filigrana electoralista para «tratar de eliminar la pujante competencia naranja en los grandes caladeros de votos del PP (y del PSOE, ojo) por eso del sistema electoral y la edad media de los votantes de cada marca…» «Algunos se apuntan ahora a hablar del mundo rural, aunque no les ha importado nunca». El problema es que lo rural no le ha importado nunca ni a esos algunos ni, en realidad, al PP ni a nadie.

Una breve referencia desde el mundo jurídico y académico: sobre el control por corregidores no siempre justos ni ecuánimes, la progresiva organización y normativización municipal, las defensas y esfuerzos de supervivencia, versó la reciente lección de ingreso de Ramón Salanova en la Academia Aragonesa de Jurisprudencia y Legislación. El hasta hace poco presidente del Consejo Asesor, principal experto en la vida municipal, provincial, autonómica, autor prudente y sabio de la comarcalización aragonesa posible, infundió moral, medios, acciones directas, cultura y difusión turística por lo general excelentes, orgullo de la muy chica patria. Lo que ni él ni nadie se ha atrevido apenas a abordar es la conveniencia de agrupar tantos pueblos mínimos formando municipios razonables en servicios y gastos.

Pero es, sobre todo, desde nuestra universidad, y en concreto mi vieja Facultad de Economía y Empresa, donde se han establecido estudios, informes, publicaciones, hoy de prestigio internacional, a través del Ceddar (Centro de Estudios sobre Despoblación y Desarrollo de Áreas Rurales), un centro de investigación vinculado logísticamente al grupo Rolde, que nace a partir de las experiencias compartidas por un variado grupo de profesores universitarios y de investigadores en el campo de las ciencias sociales -antropólogos, economistas, geógrafos, historiadores, sociólogos-, preocupados por el desarrollo desequilibrado entre el mundo rural y el urbano, que consideran pertinente que la investigación académica trascienda la mera especulación para incidir en los debates sobre la acción política y la vida cotidiana.

Su iniciador es el catedrático de Historia Económica Vicente Pinilla, autor de numerosos libros y artículos sobre los problemas de la Historia rural española y de otros ámbitos, quien, trabajando con otros profesores como Maribel Ayuda, Luis Antonio Sáez; Fernando Collantes, Javier Esparcia, Ernesto Clar, Carlos Serrano, etc. Han publicando trabajos en la muy prestigiada revista académica Ager (ya 24 números), monografías, becas y ayudas, colaboración con instituciones, Jornadas, Conferencias y Exposiciones, Cursos de Verano y o de postgrado.

Ayuda, Pinilla y Sáez ya en el 2000 planteaban en el Boletín de la Asociación de Demografía Histórica las causas, características y perspectivas de la despoblación en Aragón. Y Palacios, Pinilla y Sáez acaban de presentar al Justicia de Aragón un riguroso y claro Informe sobre la despoblación en Aragón (2000-2016): tendencias, datos y reflexiones para el diseño de políticas, proponiendo «un giro, un nueva política en la forma de afrontar la despoblación, tanto en la forma como en el fondo… en el que participen expertos de diferentes disciplinas científicas, gestores públicos de todas las áreas de gobierno, así como entidades sociales y ciudadanos directamente afectados…» Y subrayaban que «la escala analítica y práctica fundamental… es la local… De manera que las estrategias de repoblación deben ser contextuales, adaptadas a fortalezas y oportunidades»… para «apreciar y reconocer los territorios escasamente poblados con todo el valor que albergan…», no mirando tanto a las causas económicas y la deuda histórica, sino que «se las ha de apreciar por su atractivo intrínseco, grande si la mirada es sensible y la vista aguda, pues los retos principales… (ambientales, energéticos, cohesión, participación, diversidad, creatividad) pueden ser afrontados en el medio rural con más esperanza e ilusión que en ningún tiempo pasado».

Y casi a la vez Pinilla y Sáez dan a conocer un informe general sobre La despoblación rural en España: génesis de un problema y políticas innovadoras, publicado bajo el patrocinio de SSPA (Áreas Escasamente Pobladas del Sur de Europa), señalando que «Los territorios escasamente poblados ejemplifican como ningún otro las contradicciones del desarrollo, ya que a pesar de presentar unos indicadores más que aceptables en términos de renta, riqueza y nivel de empleo, sus expectativas son negativas y suelen ser lugares inicialmente poco atractivos para vivir». Pinilla, en una reciente entrevista que le hizo Ramón J. Campo ponía el acento en la accesibilidad informática: «El ejemplo del acceso a internet, es como antes tradicionalmente pensábamos en la sanidad o la educación accesibles, ciertos servicios comerciales y las comunicaciones terrestres. La banda ancha es elemental porque si todos los negocios se basan en eso, como la clásica casa rural, sin su existencia se puede cerrar».

Regresaré a la casa,

la casa de mi padre,

abriré la ventana

y que la limpie el aire.

Que limpie la esperanza,

que arrastre los recuerdos

y arranque de los muros

los retratos ya viejos.

Renovaré los suelos,

el techo, los tejados

y el muro que soporta

los cierzos más airados.

(José Antonio Labordeta)