Iván K., el joven acusado de dar una brutal paliza al atleta Iván Ramírez (declarado incapacitado para vivir de forma normal), propuso ayer una condena de dos años de prisión por estos hechos a la Audiencia Provincial de Zaragoza. Afirmó «sentir lo ocurrido» y prometió «hacer lo posible por arreglar el daño causado», pero propuso al tribunal, a través de su abogado, José Cabrejas, que tuvieran en cuenta varias cuestiones que rodearon a este trágico suceso ocurrido el 7 de octubre del 2016, en Ejea (Zaragoza).

En primer lugar, su defensor propuso una condena por un delito de lesiones en concurso con otro de imprudencia grave. Este penalista rebatió que existiera una agravante de alevosía o de abuso de superioridad, tal y como señalaron la Fiscalía y la abogada de la víctima, Mercedes Lasierra, que solicitaron una pena de 12 años de cárcel. Ambas acusaciones insistieron en que hubo alevosía y argumentaron que fueron Iván K. y su novia (prima de Ramírez, que en el momento de los hechos tenía 17 años aunque a la víctima le dijeron que tenía 18), quienes le hicieron «insinuaciones» para que acudiera al corral de Ejea donde fue golpeado.

«No es no y si es sí. Y ella había consentido estar con Iván Ramírez», señaló la abogada del corredor para afirmar que la joven no estaba tan asustada como aseguró y añadió que «siempre pudieron bloquearlo» en Facebook.

El fiscal añadió que la alevosía es de tipo «traicionera», ya que describió que el ataque fue sorpresivo y que Iván K. y Aleks T. estaban «escondidos» dentro del almacén donde le esperaban para agredirlo. Ello hace pensar a las acusaciones que «el ataque se planeó». Añadieron que los dos jóvenes deben ser condenados por omisión del deber de socorro «puesto que la víctima estuvo dos horas sin atención sanitaria».

Frente a ellos, el penalista zaragozano José Cabrejas presentó jurisprudencia del Supremo por la que rechazó la alevosía y propuso una condena por imprudencia. Hizo suyos los informes de los forenses (que destacaron tres fracturas: una en la sien, una nasal y otra en la parte posterior de la cabeza producida al caer al suelo por los golpes anteriores) y señaló que de todas ellas la lesión mortal fue la que se produjo al chocar contra el suelo. De hecho, resaltó que fue el propio Iván K. quien «dijo que se preocupó y paró los golpes al oír un crack».

A esta imprudencia, la defensa propuso que se tuviera en cuenta como atenuantes la confesión porque «si llegan a dejarlo ahí y le quitan el móvil con las conversaciones estaría muerto y sin autor conocido», arrebato porque «sufrió un ataque de celos al ver que Ramírez metía mano a su novia» y reparación del daño.