El Ebro pasó a mediados de la pasada semana por Zaragoza con una crecida de tipo ordinario situada en torno a los 1.150 metros cúbicos por segundo, lo que evitó que se desbordara y se registraran los daños en este tipo de episodios, como las inundaciones de garajes, bajos y trasteros, ya que no fue un episodio grave.

En la capital aragonesa, no obstante, se inundaron los lugares habituales, como la Arboleda de Macanaz y el parque de La Almozara, hecho que quedó bastante eclipsado por la crisis sanitaria desatada por la pandemia del coronavirus.

Con todo, esta nueva avenida, que sucede a otra también débil ocurrida en diciembre del año pasado, ha vuelto a poner de manifiesto, según los sindicatos agrarios y las asociaciones de municipios afectados por las riadas del Ebro, que es necesaria una limpieza más a fondo del cauce del río para evitar desbordamientos.

«Hace años, las riadas ordinarias no representaban ningún problema», apunta Luis Eduardo Moncín, que preside la agrupación de municipios ribereños que aboga por mantener la adecuada limpieza del lecho del río. «Pero ahora cualquier episodio de avenida menor genera efectos negativos, por lo general la inundación de unas 2.000 o 3.000 hectáreas en las tierras de cultivo más próximas al cauce», explica.

Cascos urbanos

Sin embargo, las administraciones, desde la central a la autonómica, llevan varios años invirtiendo en la protección de las orillas, con especial hincapié en los cascos urbanos de localidades muy expuestas, como Novallas, Pradilla, Boquiñeni y Luceni, en la Ribera Alta, entre otras. Estas actuaciones han dado resultado y se puede decir que los núcleos habitados están impermeabilizados frente a las subidas del nivel del agua.

Además, se han construido cauces de alivio y zonas de inundación controlada y se han limpiado los puentes para permitir el paso de un mayor caudal del agua. El objetivo de todas estas realizaciones es impedir que el agua quede bloqueada y facilitar su evacuación, una política que viene rindiendo sus frutos, como se ha podido comprobar en los últimos episodios de crecida del río Ebro.

No todos ven la situación exactamente igual. Alfonso Barreras, responsable de la Asociación de Afectados por las Riadas del Ebro (Asafre), considera que estos últimos años «solo se han puesto parches» y reclama más atención de los responsables políticos para proteger las orillas en todo el tramo aragonés del Ebro.

«Ya sé que ahora es prioritario todo lo relacionado con la contención del coronavirus, como es lógico, pero todo lo que sea reforzar las orillas, limpiar el río e invertir en mejoras tendrá como efecto salvar vidas y proteger las haciendas de cientos de miles de personas», apunta Barreras. Asafre, de hecho, realiza una importante labor ante las Cortes aragonesas y otras instituciones de la comunidad para que el Ebro figure siempre en sus agendas.

Tres subidas del caudal

Abel Vera, alcalde de Novillas, la primera localidad que el Ebro encuentra cuando entra en tierras aragonesas, sostiene que se trata de «no dejar que el Ebro se vaya encajonando» por la maleza que crece en el cauce y la progresiva formación de islotes en medio del cauce debido a la acumulación de grava, limo y broza.

Vera reconoce los avances que se han producido estos años en la protección de cascos urbanos, hasta el punto de que sus moradores ya no corren peligro en caso de crecida. Pero hace un llamamiento para hacer una labor de mantenimiento del cauce. «Las riadas no son un fenómeno extraordinario», subraya. «Entre el 2019 y el 2020 se han producido ya tres, de manera que los campos anegados sufren un desgaste permanente», denuncia.

Gestión del riesgo de inundación

La Confederación Hidrográfica del Ebro (dependiente del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico) está desarrollando acciones para fomentar la participación durante el periodo de consulta pública del Esquema Provisional de Temas Importantes (ETI). Se trata de un documento técnico provisional e intermedio en la revisión del tercer ciclo del Plan Hidrológico de la Demarcación del Ebro, que debe estar aprobado para el horizonte 2021. El plan gira en torno a 18 puntos de interés, entre los que figura la gestión del riesgo de inundación por su impacto en la cuenca.