Las escenas gráficas donde ciudades rodantes se comen a otras ciudades estuvieron presentes en mi imaginario desde el inicio hasta el final durante la I Jornada del Agua y la Agricultura celebrada en Tarazona el pasado día 12 de marzo. Así es. Cambiando al símil del deporte con pelota entre rivales, los que jugábamos en casa, Aragón, fuimos goleados por el contrario, Navarra. Claro que, el equipo ganador contaba con la ayuda de una plantilla excepcional: PP, PSOE, Geroa Bai, Suez, Cajamar, Ferebro, Fenacore, CHE.

En el descanso, disfrutando de un café gentileza del Ayuntamiento de Tarazona, un grupo de personas comentaba en la mesa de al lado «tenemos el agua del Canal de Navarra, ahora hay que ir a por la del Queiles».

El primer gol lo encajé cuando se hablaba de la cuenca del río Queiles, no terminaba por situarme y eso que este río lo he subido y bajado durante 50 años, desde que mis padres me llevaban a bañarme a una poza, la presa. Y es que demostrando una maestría de malabarismo sorprendente la organización había estirado la cuenca hasta la margen izquierda del Ebro y en dirección contraria se encogió no contando con la parte soriana. Mis conocimientos en geografía se derrumbaron derepente. Antes de que terminase la Jornada, los ponentes ya calificaban con rotundidad el éxito. Un éxito que yo no alcanzo ver. Ya en la difusión del evento un medio titulaba «Agua y agricultura a debate en las jornadas de la cuenca del Queiles» pero el debate no llegó nunca. Aunque el Ayuntamiento de Tarazona, siendo el anfitrión, y representado por el señor Arrechea, prometía la jornada, en la presentación inicial, como un foro de debate. Es más, al público presente se nos agradeció nuestra presencia en varias ocasiones pero la primera persona de entre los asistentes que pidió la palabra fue callado por el locutor de radio tudelano, encargado de dirigir la sesión, con autoridad y cierta grosería: «No puede hablar. Si no, tendrá que irse». No hubo más intentos de palabra y el silencio posterior de los asistentes formó parte del triunfo antes mencionado. Derroche de democracia en estado puro es lo que no pudieron ofrecer organizadores y ponentes. Parece que calladicos somos más buenos y más guapos. Un ponente dijo magistralmente «el agua no se crea ni se destruye».

Efectivamente puedo afirmar que disponemos de la misma agua que tenían los dinosaurios. Pero la democracia se crea y se construye. Al representante del Gobierno de Aragón le bastaron tres minutos escasos para promocionar al gran terrateniente, la concentración parcelaria y la modernización de regadíos. Quizás debería preguntarse para qué, para quién y a cuánto. Repaso las personas que en Tarazona viven del campo como actividad principal y no me salen más de siete. En la misma sintonía se pronunció en cuatro minutos el representante del Gobierno de Navarra advirtiendo de la antigüedad de las acequias y su mal estado. Debería darse una vueltecica por nuestra huerta; la Comunidad de regantes de Tarazona las tiene en perfecto estado y por eso las comunidades de regantes navarricas han solicitado utilizarlas reclamando nuevos derechos.

Economía y modernidad

De Cajamar aprendimos su experiencia en alta tecnología, su predisposición al asesoramiento, su relevante participación en el sector agroalimentario como entidad de crédito. La multinacional Suez nos mostró su poder en la gran infraestructura (Segarra-Garrigues, Canal de Navarra), las bondades de financiación a 30 y 40 años de la transformación a regadíos intensivos aunque la deuda suponga una herencia, también enseñó su obra en el sureste español, allí donde algunos quieren que llegue el trasvase del Ebro.

La empresa Spsesa Ingeniería SA presentó un estudio de modernización de los regadíos dependientes del río Queiles y del embalse de El Val. Consiste en hacer desaparecer el riego a manta. Propone diferenciar y dividir el regadío en dos, en Navarra desde el Canal de Navarra hasta la muga con Aragón y en esta comunidad autónoma desde El Val hasta la raya separatoria referida.

Puso énfasis en la conducción por tubería, riego a demanda, que lo deseable es repartir para todos igual y habló de caudales excelentes, incluso planteó la posibilidad de aumentar la superficie de regadío. Se le olvidó que el pantano se aprobó por la ley de la sequía con motivos razonados; que el río Queiles no da agua para todos, todos los años; cómo regar cuando no hay agua y cuántodinero le costará al regante esta brillante idea de progreso sustituyendo un río por un tubo.

Las ponentes del Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón informaron sobre el cultivo del almendro, de variedades de hortalizas y legumbres. Fueron más breves que el resto de ponentes y sin posibilidad de intercambio de opiniones con los asistentes el resultado terminó infructuoso.

Un poco de miedo

En otra ponencia nos metieron miedo respecto a los perjuicios que el mejillón cebra ocasiona en los sistemas de riego, de cómo convivir con él y cómo estar alerta frente a la plaga. Pero nadie nos dijo nada sobre la contaminación del río y el embalse de El Val, cómo puede afectar a nuestra salud, a nuestros suelos, a nuestros cultivos, a nuestro ganado, a nuestras instalaciones. Qué riesgos asumimos usando un agua sin oxígeno, donde las cianobacterias campan a sus anchas y en la que otras sustancias desconocidas pueden provocar alguna crisis sanitaria de primer orden (me acuerdo del aceite de colza, de las vacas locas, del clembuterol).

El señor César Trillo, ilustre ponente presidente de Ferebro y de Riegos del Alto Aragón, nos contó un relato sobre cómo la concentración parcelaria y la modernización del regadío fija población en el medio rural. Tal vez esta idea sea un anhelo comprensible de este oscense porque los pueblos de esa comunidad de regantes, que tienen regadíos intensivos y la concentración, están casi sin gente, los agricultores viven en la ciudad. Defendió los derechos históricos de los regantes, afirmó lo poco regulado que está el río Ebro y aseguró que las inversiones en regadíos son muy caras. Habló de unas producciones impensables en la huerta de Tarazona aunque descuidó sacar cuentas y decir qué parte de esa producción sólo sirve para pagar los costes de las inversiones, gastos de energía, de mantenimiento y de los numerosos riegos que precisan.

Cerró las ponencias con una intervención gloriosa Andrés del Campo, presidente de la Federación Nacional de Comunidades de Regantes de España. Presumió de los esfuerzos del sector a nivel nacional para reducir los consumos de agua en el regadío. No disimuló su desacuerdo con lo que llamó ignorancia ecofundamentalista, contrario a sus intereses agrarios y que acusó de no importarle la muerte de las personas por impedir el aumento de producción de alimentos ante la superpoblación futura mundial. Nos inundó con cifras del hambre en el mundo y la necesidad de aumentar la superficie regable para producir más. Desacertadamente no mencionó, quizás fue un despiste, que la FAO ha denunciado la cantidad de alimentos que se despilfarran: 1.300 millones de toneladas al año, casi un tercio de la producción mundial; en Europa 88 millones de toneladas; los españoles, datos del ministerio (MAPA) de 2016, tiramos 1.245,9 millones de kilos (24 millones de kg. semanales). Desperdiciar alimentos también supone además un uso innecesario de recursos escasos como la tierra, el agua y la energía y contribuye además al cambio climático: por cada kilogramo de alimento producido, 4,5 kg de dióxido de carbono (CO2) se arroja a la atmósfera.

Clausuró la jornada la presidenta de la CHE. Confirmó el éxito de las jornadas relatado y desde un punto de vista economicista ante un público esencialmente cerealista apostó por la transformación del regadío en la cuenca del Queiles con alta tecnología «si no, no se hará», dijo . Desconocedora de las particularidades de esta huerta y del comportamiento de este río, no ocultó que existen dificultades de reparto y fue la única persona que mencionó la gravedad de la calidad del agua. Personalmente opino que la huerta de Tarazona es excelente y que se encuentra en un punto de partida muy apropiado para enfocar cultivos ecológicos. Eso sí, si la calidad del agua no entorpece la actividad. La concentración parcelaria no es necesaria; la tierra está bien repartida, somos propietarios en su mayoría de parcelas pequeñas donde producir y obtener una renta complementaria al ingreso principal. Los beneficios del riego a manta no deben ignorarse; en Murcia, en 2017, la Consejería de Agua, Agricultura y Medio Ambiente estableció convenios con comunidades de regantes para potenciar las infraestructuras de riego tradicionales; la consejera apuntó: «con el desarrollo de los proyectos seleccionados se podrán recuperar las características culturales, ambientales, paisajísticas, agrícolas, etnográficas, socioeconómicas, arquitectónicas y patrimoniales de los riegos tradicionales». A estas actuaciones se destinarían más de 400.000 euros, a través del Fondo Europeo Agrícola de Desarrollo Rural. Si la Jornada del Agua y la Agricultura planteada llegase a los términos intencionados, sin duda, nos hará ser más pobres.

A fondo