El 40% del agua que beben los zaragozanos a lo largo del año procede ya del Pirineo. La calidad del agua que bebe la capital aragonesa --y cuarenta municipios más de su entorno-- ha mejorado notablemente desde que capta agua de Yesa, una captación que comenzó tímidamente en el año 2007 y que ha ido incrementándose a lo largo de los años con parones provocados por la sequía. Marcadores como los trihalometanos, una sustancia cancerígena, se han reducido a la mitad, igual que se han mejorado los valores en sulfatos, cloruros y sodios.

Actualmente, Zaragoza bebe agua de tres fuentes. De los 59,036 hectómetros cúbicos que se consumieron en el 2013, el agua de Yesa-La Loteta supuso un 36,56% del total del consumo; el Canal, un 60,56% de las aportaciones; y el Ebro solo proporcionó el pasado año el 2,78% del total del agua consumida. Pero el porcentaje de agua de Yesa es variable a lo largo del año. Los técnicos de la depuradora determinan en cada momento cuánta agua captar de Yesa para mantener un equilibrio entre el coste de este recurso y la calidad del agua.

Además, el estado del agua que se toma desde el Canal varía dependiendo de la época del año y, normalmente en invierno, tiene casi los mismos valores que el agua de Yesa. "Cuando en el Ebro circula mucha agua, la del Canal tiene mucha calidad. En verano, hay menos caudal y los vertidos están más concentrados", relata el jefe del departamento de conservación y explotación de infraestructuras. José Ramón Entralgo.

EL MÁXIMO De este modo, el porcentaje de captación de agua de Yesa varía a lo largo del año entre el 20% (normalmente en invierno) y el 80% máximo que se toma cuando peor está el agua del Canal, normalmente en el mes de septiembre. En estos momentos, el agua que sale por los grifos de los zaragozanos se reparte al 50% entre ambos. Curiosamente, nunca se supera ese 80% máximo porque entonces el proceso de potabilización es peor.

Durante la primera fase se decanta el agua, depositada en tanques, con reactivos y, de este modo, se favorece que la materia en suspensión se deposite en el fondo de estos recipientes. El agua de Yesa, al ser menos densa, no sedimenta bien. Por eso un porcentaje del agua del Canal es incluso favorable para que el proceso se lleve a cabo en mejores condiciones.

Pero, además, los técnicos controlan en tiempo real numerosos parámetros del agua, en concreto más de 60 de tipo biológico y químico, que también determinan de dónde captar más o menos volumen. Uno de los más reveladores, es la conductividad del agua, es decir, su capacidad de conducir la electricidad. Esta propiedad depende de la cantidad de sales que tiene disueltas. Y, a mucha sal, el agua más dura es, algo no muy relevante para el ser humano, pero sí para el funcionamiento de electrodomésticos y otros aparatos.

Este es uno de los parámetros que se mide de forma continuada y supone uno de los mejores índices para verificar la calidad del agua. También hay sistemas de alarmas que permiten ejercer un control preventivo y que saltan cuando se produce algún vertido incontrolado.

Además de esos parámetros, desde el consistorio también se tiene en cuenta el aspecto económico para determinar el porcentaje de cada aportación, porque el agua que viene de Yesa es más de tres veces más cara que la que se capta del Canal: once céntimos el litro cúbico frente a los tres del Canal. "Hay momentos del año en que apenas existe diferencia de calidad entre el agua del Canal y de Yesa. Y la de Yesa es mucho más cara", explica Entralgo, quien reconoce que hubo "un antes y un después" de la entrada del agua de Yesa en Zaragoza.

"Antes cumplía a duras penas la normativa de aguas potables. Desde el 2008 hasta ahora ha habido un cambio muy notable en la calidad del agua", indica. Principalmente en cuanto a los trihalometanos, unos compuestos químicos volátiles que se generan durante el proceso de potabilización del agua, al combinarse con el cloro.

CUMPLIMIENTO Tras comprobarse que su presencia estaba relacionada con cánceres del sistema digestivo, desde el año 2000 se estableció una limitación de 100 microgramos por litro. Zaragoza antes estaba al límite de esta cifra en el periodo estival. Desde que llegó el agua de Yesa, este indicador se ha rebajado a la mitad. Y no solo él, sino también la presencia de sulfatos. Sobre todo cuando se capta directamente el agua de Yesa y no del embalse de La Loteta, que aunque se abastece también del agua del Pirineo, sus terrenos aportan más cantidad de estos elementos.