Las aguas del río Gállego fueron ayer escenario de un nuevo descenso en nabata o almadía, una actividad con la que sus organizadores celebraron el Día de Aragón y llamaron la atención sobre los peligros que corre esta zona natural por la construcción de embalses, como el proyectado en Biscarrués.

A este fin se construyeron los días anteriores dos dos nabatas en la plaza de Murillo de Gállego, una de tres trampos y otra de dos. Ambas fueron conducidas por seis nabateros y dos nabateras de la Galliguera y uno de Hecho, además de contar con los nabateros de honor.

Los invitados de este año han sido Luis Solana Garcés, presidente de la asociación Río Aragón y militante en contra del proyecto del recrecimiento del embalse de Yesa, y Francisco Fraguas, que se dedica al teatro desde 1995 y es cofundador de la compañía denominada Los McClown.

Muchos espectadores

"De esta forma, la Galliguera quiere estrechar los lazos que nos unen con nuestros compañeros de Artieda junto a los que hemos luchado por la dignidad de la montaña tanto tiempo", señaló ayer un miembro de la organización Río Gállego.

"El descenso ha sido seguido por muchísima gente, más que ningún año", afirmó ayer Lola Giménez Banzo, de la Coordinadora de Biscarrués, que organizó la bajada junto con la Asociación de Nabateros d'A Galliguera. "Gracias a que el deshielo ha producido un aumento de caudal, todo ha salido muy bien", añadió.

Con esta nueva edición del descenso del Gállego se sigue una tradición que ha sido declarada Bien de Interés Cultural Inmaterial y que se está consolidando como un importante atractivo cultural y turístico en la Hoya de Huesca.

Durante siglos los nabateros de la Galliguera transportaron madera por el río llevándola, desde los bosques del Pirineo y San Juan de la Peña, a los pueblos y ciudades del llano, donde se vendía para la construcción de casas, o incluso hasta el mar, por el Ebro, para hacer barcos.

Fin de la historia

Con el agua del deshielo se bajaban los troncos, atándolos y formando unas plataformas llamadas almadías o nabatas, que eran dirigidas por los almadieros con largos remos.

Dejaron de navegar por el Gállego en la primera década del siglo XX, tanto por la construcción del embalse de La Peña como por la llegada del ferrocarril, que permitía un transporte más rápido y cómodo.

Las nabatas se han recuperado casi un siglo después y ahora su finalidad es luchar contra la construcción del pantano de Biscarrués, según apuntó Lola Giménez Banzo, que indicó que la coordinadora a la que pertenece organiza actividades todos los meses para denunciar la injusticia de construir un embalse en aguas del Gállego. En este sentido, destacó que la coordinadora contribuye a difundir los valoresde esas tierras prepirenaicas.