Una más, Santo Tomás. El otro día, el Tribunal Superior de Justicia de Aragón (TSJA) falló contra la CHE y la DGA obligándoles a compensar a los vecinos de Los Fayos afectados por la construcción del pantano de El Val. Por lo visto no hay forma de que las administraciones (en particular la hidrológica) no queden en evidencia (aunque sea retrospectivamente) cada vez que anda por medio un embalse.

Y fíjense ustedes que éste de El Val no produjo inicialmente gran polémica y la gente de Los Fayos se lo tomó con filosofía, pese a que les iban a construir la prensa justo por encima del mismo pueblo, que la ves ahora mismo y acojona cantidad. Pues, ¡hala!, tampoco en este caso se pudo tener la fiesta en paz. Los mandamases no cumplieron lo que habían prometido. Hubo mosqueo, lío y denuncias ante los tribunales. Que ahora han dicho lo dicho: que los afectados tienen razón.

En Aragón no se ha hecho un pantano a derechas (aunque a las derechas les gusten tanto los embalses) desde hace decenios. Los que eran masivamente reivindicados y carecían de contraindicaciones sociales o mediambientales han pasado por mil vicisitudes: paralización de obras, revisión de proyectos, reformado del presupuesto, retrasos... En cuanto a los más conflictivos, ya saben ustedes lo que hay: acciones judiciales que hasta la fecha no cesan de sacar los colores a la Confederación Hidrográfica en particular y a los gobiernos en general. El panorama es simplemente desastroso y pone de manifiesto que en España la hidrología oficial se ha hecho desde el desprecio a las gentes y a la naturaleza, con escasa eficiencia técnica y, eso sí, a la medida de las grandes empresas contratistas. Que doña Cristina Narbona nos asista (si le dejan), porque esto no hay quién lo aguante.

Y saben encima lo más virguero. Pues que el pantano de El Val se acabó de construir hace siete años, pero aún no ha embalsado ni un litro de agua. Menuda tomadura de pelo.