Mari Luz, Daniel y José Enrique son tres de los trabajadores que viajaban el pasado 10 de noviembre en el autobús de empresa que se salió de la N-232 y volcó, a la altura de Alagón, cuando se dirigía a la planta de Johnson Controls en Pedrola. Afortunadamente, en aquella ocasión no hubo que lamentar víctimas mortales, pero en el accidente resultaron heridos 15 trabajadores y cuatro de ellos aún están de baja. Los otros heridos ya han vuelto a trabajar, por lo que cada día se ven obligados a pasar por el mismo punto en el que volcaron. Sin embargo, el viernes todos los heridos se volvieron a encontrar ya que estaban citados a una revisión con un médico forense para ver como evolucionan de las lesiones.

El pasado 10 de noviembre, la lluvia y la mala visibilidad contribuyeron a agravar la peligrosidad de la N-232. Minutos antes de las ocho de la mañana el conductor del autobús perdía el control debido al agua acumulada en la calzada y volcaba a la altura de la curva de Alagón. "Hacía mal tiempo y como casi siempre iba medio dormida. Fue todo muy rápido", explica Mari Luz, una de las heridas. A causa del siniestro, esta joven empleada sufrió múltiples contusiones y fractura del tabique nasal, por lo que estuvo varios días ingresada.

Aunque las heridas físicas ya han cicatrizado, las psicológicas no. Cada día, Mari Luz pasa por la misma curva en la que sufrió el accidente y "no puedo evitar tener miedo", reconoce. Sin embargo, antes de tener el siniestro, esta chica ya era consciente del peligro que entraña circular por la N-232. "Es normal que se produzcan accidentes porque es una carretera con mucho tráfico de camiones y a la que se circula a demasiada velocidad", afirma Mari Luz.

El viaje es ahora más tenso

Lo mismo piensan Daniel y José Enrique, dos jóvenes que viajaban con Mari Luz y que sufrieron heridas leves. Como ella, recuerdan muy poco de aquel trágico día porque también iban adormecidos cuando se produjo el siniestro. Por aquel entonces, Daniel se encontraba en periodo de prácticas y ahora ya las ha acabado, por lo que no circula habitualmente por esta vía que considera "muy peligrosa". Aún así, el accidente le ha dejado una clara secuela. "He cogido miedo a los autobuses", explica Daniel.

En el caso de José Enrique, que sigue trabajando en la planta de Pedrola, el viaje diario al trabajo ya no es lo mismo. Algo ha cambiado desde la en que volcaron. "El día del accidente íbamos todos medio dormidos y ahora vamos muy tensos. Ya nadie puede dormir".

Además, aquel accidente del pasado mes de noviembre mantiene aún a cuatro compañeros de José Enrique convalecientes a causa de las lesiones que sufrieron.