Ha sido de las últimas en llegar. Hace un año y cinco meses Rosa María Vicente abrió en plena calle Delicias una tienda de alimentación en la que vende tanto productos de primera necesidad como otros más gourmet. «Ahora ya hemos pasado lo peor. El primer año ha sido muy duro, pero ahora estamos un poco mejor y ya tenemos clientes fijos», explica muy educadamente.

Rosa María es de Delicias, por lo que conoce la situación del barrio tanto como consumidora como comerciante. «Ha cambiado mucho. Todo es de menos calidad. La gente ya no tiene dinero para gastar, y ese es el problema», dice, aunque apunta también a un cambio en las costumbres de los consumidores.

«La gente joven no compra en los comercios de proximidad. Si tienes dos hijos y poco sueldo es normal. Te vas a un supermercado y ya está. Qué le vamos a hacer», asume. Para tratar de relanzar su negocio le gustaría abrirse una página web y para tratar de generar nuevas fuentes de ingresos on line. «De momento no puedo, es muy caro. Pero en las redes sociales sí que hago muchas campañas de promoción», añade. Sus clientes suelen ser españoles y mayores de 50 años, pero confía en atraer cada vez más público. «Ahora ya veo la luz al final del túnel. Estoy contenta y esperanzada, y espero poder jubilarme aquí», asegura.