Existe cierta tradición de achacar un alto porcentaje de los accidentes de tráfico al «factor humano», en tanto en cuanto los vehículos, todavía (quizá ya por poco tiempo), no son autónomos. Pero «al factor humano de los accidentes de tráfico hay que ponerle nombre. Si se dice que un conductor se salió de la vía por despiste, ¿por qué se despistó? ¿Por un jabalí que se cruzó? ¿Por un aneurisma? Hemos de tecnificar la investigación para que no se repitan los accidentes?».

Así lo explicaba ayer el investigador del Instituto de Investigación en Ingeniería de Aragón (I3A) Juan José Alba, momentos antes de comenzar las VIII Jornadas sobre Búsqueda de soluciones al problema de los accidentes de Tráfico, que se celebra, hasta mañana, en el campus Río Ebro de la Universidad de Zaragoza.

Como exponía Alba en la presentación, la mala noticia de las jornadas es que, tras ocho ediciones (y más años, ya que no se celebran siempre), se han de seguir desarrollando, porque el problema no se erradica. Pero para seguir en la búsqueda, decenas de expertos en diversas disciplinas (política, derecho, medios de comunicación, investigación policial y de ingeniería...) debaten estos días en las jornadas.

Gran parte del objetivo de las jornadas es cambiar el paradigma de la investigación, tecnificarla, explicaba Alba. Y también la propia educación vial, «dignificando el trabajo de las autoescuelas. El modelo es prácticamente igual que hace 70 años, hay que enseñar a conducir en condiciones de riesgo, por ejemplo», sintetizaba.

PARQUE DE VEHÍCULOS

En este sentido, la intervención del presidente de la comisión sobre Seguridad Vial y Movilidad Sostenible del Congreso, Teófilo de Luis, no fue muy concordante con el espíritu del organizador y de varios de los participantes. De Luis incidió precisamente en el factor humano como desencadenante, y repasó algunas de las medidas que ya avanzó el ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, como líneas maestras de la Dirección General de Tráfico para esta legislatura. Por ejemplo las ayudas para la renovación del parque móvil, por la mejora tanto medioambiental como de seguridad. En esto último no todos estuvieron de acuerdo, ya que consideran que depende más de la gama del coche que de su antigüedad, en muchos casos.

Tampoco fue muy esperanzadora la intervención de un agente de la Guardia Civil de Tráfico perteneciente a la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC). El agente expuso, como informó ampliamente este diario hace una semana, que las políticas que se siguen con las agrupaciones favorecen mucho más la denuncia que el auxilio al conductor y la investigación de los accidentes de tráfico.

Y es algo en lo que, para Juan José Alba, hay que incidir. «Hay que investigar en profundidad, no se puede zanjar un atestado con velocidad inadecuada» cuando un ciclista se cae en una curva con grava. ¿Por qué estaba esa grava allí? ¿Quién tenía que llimpiarla y no lo hizo? Eso es lo que hay que investigar para que no se repita», explicaba.

La primera jornada fue inagurada por el propio Alba, el director del I3A, Ignacio Garcés, y el vicerrector de Infraestructuras de la universidad pública, Francisco Serón. Durante el día hubo tiempo para tratar sobre la desprotección del ciudadano ante un accidente de tráfico, desde el punto de vista técnico y legal. En este sentido, los participantes incidieron en las carencias de las últimas modificaciones del Código Penal, que eliminan por ejemplo la peritación forense de oficio en determinadas faltas, o el hecho de que el conductor sea responsable en el atropello de una especie cinegética.