Primeros problemas en la hostelería zaragozana, donde ya se ha empezado a sospechar de casos de coronavirus en algunos establecimientos de comida. Esta mañana se ha conocido un incidente en el local que tiene Papa John’s en la plaza Europa, donde los empleados hablan de un posible caso de covid-19 que fue incluso explicado ayer en primera persona a la Policía Nacional. Fueron los trabajadores los que denunciaron que uno de sus compañeros estaba posiblemente contagiado ante la pasividad del encargado.

Así lo cuenta uno de sus repartidores, que quiere permanecer en el anonimato por temor a represalias. “Digo que es un caso ‘posible’ porque fue al hospital a que le miraran y estaba colapsado. Al final llamó al teléfono de asistencia del coronavirus y fueron a su casa a verle. Los médicos le dijeron que tenía todos los síntomas de haberlo cogido, pero que no le iban a hacer la prueba porque actualmente solo se la están haciendo a personas de alto riesgo y este chico tiene veintipico años y es fuerte. Sin embargo, lleva trabajando en la tienda toda la semana, así que el resto hemos estado en contacto con él. Los jefes le dijeron que todas las horas que no trabajara sin conseguir la baja, se las iban a descontar”, relata. No quedan ahí las cosas para este establecimiento, que actualmente tiene “a dos chicas que trabajan en cocina” en casa con fiebre.

Ya el domingo por la mañana, sobre las 12.30 horas, una patrulla de la Policía se presentó en el local para saber en qué circunstancias se encontraban sus trabajadores “y al informarse de que teníamos un empleado enfermo, decidió cerrar el local y mandar instancias al juzgado”.

La primera decisión de los encargados fue redistribuir a los empleados, sin saber si están contagiados o no, por otros locales de la ciudad, “con el riesgo que esto supone para la salud pública”, aunque al final no lo hicieron porque a mitad de tarde “consiguieron tener permiso” para abrir de nuevo la tienda.

El gerente de las tiendas de la zona de Barcelona y Zaragoza se desplazó hasta la plaza Europa para hablar con los empleados, que se negaban a seguir trabajando en las condiciones en las que estaban. “Este hombre nos dijo que teníamos tres opciones: seguir trabajando como si no pasara nada, cogernos 15 días de vacaciones o un ERTE”.

Otro de los asuntos que generó un enorme descontento entre los empleados es que el viernes, tras decretarse el estado de alarma, la tienda cerró su restaurante pero no sus pedidos a domicilio, alegando que esos encargos son un bien de primera necesidad. “¿Realmente es necesario comerse una pizza si estás todo el día en casa y tienes tiempo de sobra para poder hacértela tu?”, dicen los trabajadores, que denuncian también haberse quedado sin guantes, la prohibición de quitarse el casco a los repartidores aunque estén en la tienda al carecer de mascarillas y carecer de productos de desinfección.

“Las medidas protocolarias -prosigue- no están mal. El problema es que en un servicio de fin de semana podemos estar 15 personas en un espacio muy pequeño de cocina y pasillo donde se atienden las llamadas (los teléfonos los compartimos y son tocados por todos), donde para moverte es imposible mantener la distancia de seguridad”, explica esta fuente, que remata: “El problema ya no es tanto que los clientes nos contagien a nosotros, sino que nosotros contagiemos a los clientes por las condiciones en las que estamos trabajando”.