Pasan los años, los siglos, y Dorian Gray se mantiene tan fresco y vivo como cuando Oscar Wilde lo trajo al mundo a finales del XIX, con la única condición de que no debía morir. Ni envejecer, claro. Y así lo ha hecho. Renovándose constantemente, como con la edición que Reino de Cordelia nos ofrece ahora de la mítica novela de Wilde El retrato de Dorian Gray. Con una nueva traducción, de Victoria León, y la inclusión de todos los pasajes y párrafos que fueron censurados en las primeras ediciones (por la censura británica y por el propio Wilde, que se avino a mitigar la carga erótica del pintor Basil Harward hacia Gray, y la que Dorian parece sentir, nada más conocerlo, hacia sir Henry Wotton). Un triángulo de hombres exquisitos, más allá de la ley de su tiempo.

Saltando en un malabarismo de la sociedad victoriana a la política española, el Dorian Gray del Parlamento español sería Albert Rivera, cuyo carisma le está impulsando a situarse entre las opciones más valoradas para un futuro gobierno. El País lleva varias semanas, y encuestas, dándole por ganador. En la última, siempre de Metroscopia, publicada este pasado domingo, atribuye a Ciudadanos un 29% de intención de voto, ocho puntos por encima del PP, nueve sobre el PSOE, y con 12 de ventaja sobre Podemos. De ser así, Rivera habría pasado del cuarto puesto al primero en muy pocos meses; en especial, a partir de su gran éxito en las elecciones catalanas.

Frente a la imagen joven, atractiva, responsable y madura de Rivera, el Macron español, el yerno ideal, el marido perfecto, el hermano bueno, el amigo leal (aunque esto habría que preguntárselo a Pedro Sánchez y a Mariano Rajoy) el PP parece un tanto desconcertado. La ruptura de sus acuerdos y el alejamiento de sus líderes priva al centro derecha de una alianza que los poderes fácticos estimaban básica para la permanencia de un sistema para el que, con todos sus defectos, no contenplan sustituto.

Rivera, en alza, sigue siendo una incógnita, como muchas de sus propuestas. Los que dudan de él opinan que, como Dorian Gray, tiene doble vida, doble cara, y que en el retrato guardado en el ático, o en el armario del partido, se van poco a poco reflejando las huellas de comportamientos menos ejemplares.

En cualquier caso, Albert sigue seduciendo.