En ese laboratorio de monstruos en que se ha convertido la política catalana no queda médico ni enfermero sano. Incluso la más ligera de las curas sigue sangrando por viejas o recién abiertas heridas.

El nuevo corte se ha producido entre Ciudadanos, ganador de las últimas elecciones autonómicas catalanas, y el PP, claro perdedor. La negativa de Cs a prestar un diputado para que los populares pudieran disponer de grupo propio en el Parlament desató las iras de los escuderos de Mariano Rajoy, esas tan diplomáticas, dechadas de sutilezas voces de Maíllo o Hernando, imputando a Albert Rivera descortesía parlamentaria y desmedida ambición. Ahora, ayer, la respuesta de Cs ha sido, cuando menos, igual de desairada. A su vez, los escuderos de Rivera, el muy conservador Juan Carlos Girauta, el bien conservado Toni Cantó, han atacado ya no al Partido Popular, que es, no lo olvidemos, su socio, sino al propio Rajoy. El propio Rivera lo ha acusado de haber estado financiando su partido con métodos delictivos, en alusión a los Costa, Correa, González, etcétera. Girauta ha dudado en público: «Me cuesta mucho creer que siendo el PP un patido tan jerarquizado puedan suceder cosas relevantes sin que se entere la punta de la pirámide». Y Toni Cantó, como en una de aquellas películas que hacía antes de actuar en política, ha rematado a lo grande, como si fuese un detective en una trama de novela negra: «Falta llegar a esa X del señor Rajoy».

Mientras Toni, que tiene nombre de sabueso, rastrea el dinero, a ver si pilla algún sobre, el PP debe estar analizando el comportamiento de su socio, o de su ex. Porque todo apunta a que esa alianza del centro derecha, que ha servido para aprobar presupuesto y probar la fuerza de la Constitución en Cataluña, está más bien finiquitada.

Nunca se firmó, en puridad. No vimos sentarse a Rajoy y Rivera delante de documento ni compromiso ninguno, no se les vio sacar las plumas, firmar, pero votaban juntos y Cs sostenía, bien que mal, al Gobierno hasta que llegó Cataluña (o Rivera llegó de Cataluña) y mandó parar.

¿Qué ocurrirá? ¿Continuará el Cs subiendo en las encuestas? Si es así, puede que sigan también alzando el tono, volviéndose cada vez más arrogantes, criticando al PP y tratando de hacerse con sus graneros de votos.

Menos mal que eran amigos...