El alcalde de Osera de Ebro, José Luis Périz, ha denunciado la «degradación del entorno de la carretera N-II» a raíz del cierre, en los años más duros de la crisis económica, de dos grandes paradores de carretera ubicados en su término municipal: El Portal de Monegros y El Mirador del Ebro.

Su clausura, asegura, ha dado un duro golpe a la economía de la localidad, que cuenta con unos 400 habitantes. Estos negocios que eran fuentes de empleo, un complemento para un pueblo volcado en la agricultura y con numerosos residentes trabajando en Zaragoza, de la que solo dista 35 kilómetros. Los paradores requerían camareros y limpiadoras y llevaban aparejados muchos proveedores.

«Llevan varios años totalmente abandonados y han sido pasto de los ladrones y de las inclemencias del tiempo, con lo que ofrecen una imagen penosa a todos los que circulan por la carretera de Barcelona», subraya el regidor.

«No solo es una cuestión de imagen, también plantean un problema de seguridad e incluso sanitario, ya que los escombros invaden el exterior de uno de los complejos», manifiesta Périz, que ha comunicado sus temores a la Guardia Civil.

Al hacer quiebra las sociedades que regentaban ambos establecimientos, estos cayeron en manos de los bancos. Pero sus nuevos propietarios «no se hacen cargo de las instalaciones», que han entrado en un proceso de degradación muy visible, en particular en lo que concierne a El Mirador del Ebro.

SIN VENTANAS / El restaurante y las habitaciones han sido reventados tras el paso de bandas que se han llevado todos los elementos de valor, en particular radiadores, cables y otros objetos metálicos. Y las pintadas afean el exterior, donde ninguna ventana está cerrada porque los ladrones arramblaron con las hojas y los marcos.

La gasolinera que había al lado del hotel también ha sido desmantelada y solo sigue en pie la marquesina, sin ningún signo distintivo de Repsol, la compañía propietaria.

En El Portal de Monegros, un cartel colocado en la puerta avisa de que el establecimiento está vigilado. Pero el alcalde de Osera sostiene que el guarda estuvo hasta principios de este año y después se fue.

Ahora no hay nadie al tanto de la instalación, que, vista desde fuera, parece que se conserva relativamente bien. Sin embargo, Périz ha constatado que el desguace ya ha comenzado.

En realidad, los dos paradores de Osera no son los únicos negocios de este estilo que han entrado en un proceso de ruina en la Nacional II. En todo el tramo sin desdoblar entre Alfajarín y Fraga, de 116 kilómetros, hay varios restaurantes y hoteles más que se hallan en la misma situación.

El desencadenante, apunta el regidor de Osera, fue la crisis económica. «Los camioneros empezaron a pasar en mucho menor número y eso se notó», explica. Además, añade, muchos chóferes que seguían cubriendo la ruta dejaron de parar cuando vieron recortados su sueldos y dietas.

A todo esto se añadió lo que Périz considera «errores» del Ministerio de Fomento. «En Osera, prohibió girar a la izquierda en los lugares de acceso a los paradores, lo que les privó de mucha clientela que continuaba hacia Zaragoza y se detenía en lugares donde no estaba prohibido o resultaba más fácil entrar», añade.

Y ahora el futuro tampoco pinta bien para los tradicionales paradores de la N-II, antaño focos de actividad en la ruta entre Madrid y Barcelona. «La decisión del nuevo Gobierno de hacer gratuita la AP-2 a partir del 2021 supone que todo el tráfico de la nacional, el pesado y el ligero, se pasará en masa a la autopista», asegura el alcalde de Osera. Con ello la N-II quedará como una mera vía de tráfico local.