Dos meses después de ganar las elecciones, Juan Alberto Belloch seguía diciendo que la presión fiscal "no se va a modificar", pero introducía ya algún titubeo al respeto: "Podría haber tramos que se incrementen y otros que decrezcan; la distribución interna podría modificarse". Aún no hablaba de ventas masivas de suelo para financiar al ayuntamiento, ni de recalificaciones para vivienda libre. El dinero debía salir de Europa, el Estado, la DGA o las cajas.