Los niños y el sol tomaron el relevo a los peñistas y a la lluvia para despedir el carnaval de este año en Zaragoza. Desde las doce de la mañana hasta las dos del mediodía, cientos de niños y padres no pararon de mover el esqueleto ni de atender a unos invitados de honor: hormigas, tiburones y mariposas hechas de metal. Animales gigantes y flotantes que llamaron la atención de los más pequeños y entretuvieron a sus mayores.

Entre tanto, distintos grupos de animación como La Banda del Surdo , Xarop de Canya , Titu Cleques , Xip Xap o Sarruga inundaban la calle de música y de color. Un color que apenas irradiaba de los miembros de las orquestas porque a muchos de los asistentes se les había olvidado el disfraz en casa, pese a celebrar con entusiasmo el carnaval.

Pocos eran los niños que iban transformados y menos todavía los padres. Aunque, entre tantas personas vestidas de calle, se podían ver payasos, bailarinas orientales, perros de peluche, princesas... Y los ciudadanos que se atrevían a atravesar el pequeño carnaval que los niños y los padres zaragozanos celebraban en Independencia no podían evitar quedarse asombrados al ver tanta animación.

El final de la fiesta llegó de la mano del conde Salchichón, el anfitrión del carnaval infantil, cuya visita los más pequeños ya conocían por el aviso que los vizcondes de Morcilla realizaron días atrás en distintos colegios de la capital aragonesa. Pasada una hora del adiós del conde Salchichón, en el escenario de la fiesta se adivinaban los restos de un carnaval que se ha vivido a caballo entre el invierno y la primavera: serpentinas, partes de peluca...