El envejecimiento de la población aragonesa y la dispersión del territorio se han convertido en un problema para las donaciones y los sanitarios alertan de la pérdida de reposiciones de las mismas en el medio rural. «Tenemos pueblos con donantes, pero son personas mayores y no hay gente joven que les tome el relevo. Cuando fallecen, sufrimos su pérdida de solidaridad», señaló ayer Alfredo Gaudes, jefe médico de las unidades móviles del Banco de Sangre y Tejidos de Aragón.

Aunque más del 14% de las donaciones en la comunidad las hacen jóvenes de entre 18 y 28 años, esta situación dista mucho de la que se produce en el entorno más alejado de las grandes ciudades. «Esto nos preocupa. Ahora mantenemos unos buenos niveles de todos los grupos sanguíneos, pero quizás en unos años notemos el bajón cuando estas personas mayores ya no puedan donar», insistió Gaudes.

En este sentido, insistió en la «necesidad» de que la donación sea continua. «Es algo fundamental. Si lográramos que las personas solidarias dieran más sangre de la que dan, alcanzaríamos unas cifras impresionantes. El gesto se debe mantener en el tiempo porque los hematíes caducan a los 42 días», apuntó.

Maraton / Un hombre puede donar cuatro veces al año y una mujer tres, ya que por la menstruación los niveles de hierro pueden disminuir. Ayer, Donantes de Sangre Zaragoza celebró su X Maratón y su presidenta, Mª Carmen González, explicó que en Aragón «no hay necesidad» de ningún grupo en concreto, pero recordó que la demanda desde los hospitales «se mantiene a lo largo del año».

Ahora llega el verano, muchas personas donantes se marchan de vacaciones, los hospitales cierran quirófanos y, en septiembre, se da siempre un repunte de la necesidad de sangre. «Vamos a ir con la unidad móvil a pueblos pequeños, que en verano duplican su población, para mantener las reservas en buenos niveles y capatar nuevos donantes», indicó González.