Alfonso Méndiz es profesor de Comunicación Audiovisual y Publicidad de la Universidad de Málaga. Ha investigado cómo las nuevas tecnologías de la comunicación (móviles, internet, videojuegos, redes sociales, etc.) influyen en los valores y las conductas de los jóvenes, así como el impacto que el cine y la televisión tienen en la imagen de la sociedad y especialmente en la de los adolescentes. El próximo jueves, 5 de febrero, imparte en Ibercaja Patio de la Infanta (19 horas) la charla TV, cine, series. ¿Qué impacto tienen en nuestros hijos? del ciclo Educar para el Futuro.

--¿Por qué el cine y las teleseries tienen hoy en día tanta influencia en los más jóvenes?

--Porque se ha creado un enorme efecto de socialización. Hoy en día los medios audiovisuales son los que inculcan los valores que verdaderamente compartimos. Frente a la educación formal y reglada que se imparte en los colegios y en el aula, los medios audiovisuales desarrollan una educación informal paralela que resulta mucho más atractiva porque se vehicula a través de imágenes. Frente al discurso racional de los profesores, los problemas que tienen los protagonistas de las series resultan a los jóvenes mucho más cercanos y acaban siendo su marco de referencia, porque los comparten con el resto de sus compañeros.

--¿Son conscientes los padres de esta influencia en sus hijos?

--Algunos padres no entienden por qué, si han educado a sus hijos en buenos colegios y con los valores que querían, todo parece esfumarse cuando llegan a la universidad. Lo que sucede es que al hijo le parecía real esa ficción que compartía con sus compañeros, y en cambio lo otro lo veía con cierta distancia. El efecto de socialización, los valores de acuerdo a los que hay que vivir, corren de forma paralela a la educación de los padres.

--¿Por qué pesa más la ficción que el mundo real?

--Porque tiene un fuerte impacto. Las películas y las series provocan un efecto de identificación. Este efecto, que se llama transferencia de la personalidad, es especialmente fuerte en el niño y adolescente ya que se identifica totalmente con el protagonista. Asume su esquema de valores y empatiza con sus emociones. Interioriza esquemas de comportamiento que muchas veces entran en conflicto con lo que ha aprendido en casa.

--¿Cuándo empiezan a surgir los problemas?

--Cuando el consumo televisivo sobrepasa las tres o cuatro horas diarias. Un excesivo consumo de televisión puede provocar insuficiencia en el desarrollo físico o emocional. El niño necesita correr, expansionarse, expresar emociones... y la televisión le invita a todo lo contrario, a la pasividad, a la introversión, a no expresar nada. La lectura hace que el niño active su imaginación, mientras que la televisión lo da todo hecho. Esa pasividad también hace que todo lo que suponga esfuerzo intelectual resulte un ejercicio agotador.

--Pero la televisión también puede ser beneficiosa...

--Ver el mundo en imágenes en movimiento hace que hoy en día los niños tengan una inteligencia visual mucho más desarrollada. Ven el mundo de una forma más completa y más rica que la que hemos conocido los padres. Pero es cierto que un consumo exacerbado puede producir anomalías en su formación, como la incapacidad para la lectura profunda o la distorsión de los valores.

--La televisión puede ser una excelente herramienta para promover la educación. ¿Cómo se puede introducir en el aula?

--El medio audiovisual es sobre todo un medio emocional, y los niños tienen una gran capacidad para detectar, vivir el mundo de las emociones y expresarlas mayor que sus padres. Ellos tienen una mayor sensibilidad para el mundo de la imagen, de la música y de las emociones. Esto podría aprovecharlo el profesor en clase, precisamente porque a través de la imagen ellos se educan mucho más rápido que los adultos, son capaces de darse cuenta de las conductas que son adecuadas y las que no. Tenemos que cambiar los métodos educativos para una población que vive pendiente de internet y del mundo de la televisión.

--¿Qué consejos daría a los padres para reducir riesgos?

--El primero sería compartir en lo posible la televisión con los hijos, conocer muy bien lo que ellos ven y tener la oportunidad de comentarlo, filtrarlo y hacerles razonar sobre lo que han visto. En segundo lugar, entender que la televisión es un electrodoméstico, que sirve para descansar pero antes hay que realizar los deberes, estar con amigos, hacer las tareas que se tengan encomendadas, etc. Otro consejo es no poner la televisión en las comidas, porque los propios médicos detectan que la ingesta de alimentos es menos provechosa de lo que debería. Todo esto lleva a distribuir el tiempo que se dedica a la televisión, a que el niño escoja, seleccione lo que quiere ver y disfrute de ese tiempo de relajación y descanso.