El calor de verano ha llegado a Aragón en mayo, con temperaturas que han rozado el récord del mismo mes del año 2001, cuando se registraron 36,5º. Esta situación, junto a la escasez de lluvias y de humedad, ha provocado que la comunidad aragonesa se encuentra en alerta roja por riesgo de incendios forestales hasta mañana.

Así lo advirtió ayer el director general de Gestión Forestal, José Ramón López Pardo, que esta primavera está poniendo de manifiesto «la sequedad y las condiciones de los combustibles» que se asocia al «aumento disparado de los incendios forestales».

Para evitar estas adversidades, el Gobierno de Aragón aconseja no realizar ningún tipo de quemas agrícolas a menos de 400 metros del monte hasta mañana, así como elaborar una pasada perimetral o llevar siempre un extintor.

En relación al resto de actividades que no son agrícolas, la DGA advierte «evitar arrojar colillas o residuos que favorezcan el incendio», así como «no encender hogueras para cocinar y llevar la comida de casa» en caso de excursión.

Cualquier infracción de estas recomendaciones podría ser «foco de incendio que se puede iniciar y propagar en el medio natural», garantizó el gobierno. De hecho, el pasado jueves se registraron un total de siete incendios forestales: tres en Huesca, dos en Teruel y otros dos en Zaragoza. El más grave fue el causado por un tren entre Escatrón y Castelnou, con diez focos diferentes y calcinó 34 hectáreas de monte bajo y cultivo.

Estos fuegos coincidieron con los 35 grados de máxima que se registraron en Zaragoza. Una temperatura que, según el delegado territorial de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) en Aragón, Rafael Requena, «rozó el récord, establecido el 29 de mayo del 2001 con 36,5 grados».

En Huesca y Teruel, los termómetros más altos se alcanzaron el 13 de mayo del 2015, la primera con 35,1 grados y, la segunda con 35,8, confirmó. Con respecto a las mínimas, Zaragoza apuntó 18,8 grados la noche del jueves al viernes.

Para justificar esta anomalía en los registros, Requena subrayó que cada año, «el cambio climático se está agravando» porque «cada vez tarda más en llegar el frío y se va antes». Además, cada mes la agencia realiza un balance sobre sobre los registros y el meteorológo ratificó que el mes de abril «tuvo una anomalía positiva, es decir, la media fue mayor que la del mismo mes del año anterior».

Aunque lo más importante, según Requena, es que pese a las elevadas temperaturas «en estas fechas», las tormentas de verano son «vitales para sofocar el calor porque es de la única manera que podrían disminuir, un poco, los grados que hemos llegado a alcanzar», confesó. Unas tormentas previstas a última hora del día de ayer y que brillaron por su ausencia.