Miles de alumnos aragoneses, 108.000 en Infantil y Primaria, regresan este jueves a las clases tras dos semanas de vacaciones en casa y afrontan este retorno con la sensación de que esta recta final del curso será «incierta» por la nueva ola de contagios que azota a Aragón, España y todo el viejo continente. Pese a todo vuelven «sin temor» a que se reedite un último trimestre como el del curso pasado, según aseguran desde la Federación de Asociaciones de Padres de Alumnos de Aragón (Fapar), cuando el covid y el estado de alarma les obligó a confinarse en sus domicilios, condicionando su día a día, sus exámenes y sus evaluaciones finales.

«Se ha demostrado que los centros educativos son seguros», dicen desde el colectivo, y que volverán a tener ahora otra prueba de fuego en un contexto en el que los contagios vuelven a repuntar al calor de los contactos con familiares y allegados de estos días de descanso. «Suponemos que habrá más casos también en los colegios e institutos, pero como los que hubo tras las fiestas del Pilar. Aún así, los centros han demostrado contar con unos planes de contingencia efectivos para hacer frente a estas situaciones», explicó Miguel Ángel Sanz, presidente de Fapar, quien remarcó que «ya se ha visto en el primer trimestre que la evolución de los contagios es similar o inferior a la del resto de la sociedad». Añadió, en definitiva, que son «espacios seguros» y que los casos detectados, que en algunas situaciones derivaron en clases enteras clausuradas, tenían su origen en el entorno familiar, es decir, en el exterior del aula.

Aunque claro, es precisamente de ese entorno del que este jueves llegarán a las aulas después de 14 días de vacaciones. Fuera de los colegios e institutos ya está viéndose que se traduce en un aumento de los casos e incluso familias enteras se han visto afectadas tras las reuniones de estos días navideños en los que estos estudiantes también podrían haber participado.

En este sentido, Sanz subrayó que «asusta esta nueva ola» y el pico de contagios que la propia DGA ya espera para finales de este mes de enero, «pero preocupa como sociedad, no porque vayan a regresar a los centros, ya que se ha demostrado que esto no se produce desde el ámbito educativo hacia el exterior sino al revés», dijo.

Así, Sanz consideró que «se debe actuar con normalidad» y confiar en los planes diseñados desde el principio. «Creemos que este repunte no se trasladará igual a las clases y esta vez será aún más evidente que los centros no son el foco porque han estado cerrados», añadió.

Desde su punto de vista, no considera que se vaya a reeditar el debate tan intenso que se vivió antes del inicio del curso con respecto a la prevención y los protocolos de actuación en caso de detectarse contagios. Y lo que está viéndose en otros países, como en el Reino Unido que ha ordenado el confinamiento domiciliario, se ve como una opción lejana, casi imposible. «Los centros educativos deberían ser los últimos en cerrarse», confió el presidente de Fapar. En este sentido, la DGA nunca ha barajado la opción de clausurar las clases como sucedió en la primera ola.

Eso sí, la incidencia actual y los problemas planteados desde los equipos directivos ha obligado a modificar el plan previsto para volver a la presencialidad total, se va a demorar hasta febrero. Los alumnos de la ESO y de Bachillerato, que combinan la asistencia a clases con el trabajo online, se preveía que regresaran entre el 7 y el 25 de este mes, pero podrán tardar hasta la primera quincena de febrero.

La brecha digital es «una incógnita»

Nadie por ahora se plantea en el ámbito educativo un nuevo confinamiento domiciliario que supusiera reeditar el trabajo online desarrollado entre marzo y junio del pasado año por el estado de alarma. Aunque, medio año después, para los padres hay aspectos de aquel planteamiento que ofrece más certidumbres que otros. Por ejemplo, herramientas como la plataforma de trabajo para profesores y alumnos con la que se funcionó en la recta final del curso «ha mejorado mucho» y, en este sentido, desde Fapar aseguran que un hipotético regreso a los hogares «nos cogería más preparados» en este curso. Mientras, lo que no da tantas garantías es que se haya avanzado tanto en la brecha digital y las carencias que puedan sufrir las familias más vulnerables. «Habría que ver cómo se ha solucionado», según Fapar, una situación que generó «tantas dificultades el año pasado y de muy complicada solución» tanto en el posible suministro de dispositivos como en la cobertura de algunos municipios.