Los centros de salud aragoneses llevan tres meses transformándose para adaptarse a la nueva realidad que impone el coronavirus. Muchos lo hicieron desde el principio de la pandemia, casi siguiendo solo su «instinto», antes de que llegaran los protocolos oficiales, al observar el alto grado de contagio de la enfermedad. Pero hoy en día, en una fase epidemiológica en la que los contagios diarios son pocos en Aragón, los ambulatorios vuelven a ser la barrera de contención de la enfermedad gracias a la rápida detección de casos positivos con la realización de las pruebas PCR y el estudio, seguimiento y aislamiento de los contactos de los enfermos.

En el centro de salud de San Pablo, en pleno corazón de la capital aragonesa, la sala de Fisioterapia se convirtió en el espacio dedicado para los pacientes de covid-19 o con sintomatología compatible con el virus. «Era una sala muy amplia, que nos permitía atender con distancia a varios pacientes y una ventilación constante, además de que podía accederse a ella por una puerta lateral, independiente de la principal», explica Pedro Martínez, responsable de Enfermería del centro. «Además, Fisioterapia tuvo que suspender sus consultas, y ahora, retoman la actividad en otro espacio del centro con todas las precauciones», añade.

En la reconvertida en sala covid-19 trabajan la zaragozana Marta Aznárez Lahuerta y la oscense Ana Labarta Pueyo. Ambas son profesionales especializadas en Enfermería Familiar y Comunitaria, y desde el pasado 3 de junio se dedican a realizar el seguimiento de casos y sus contactos, así como las pruebas PCR o test rápidos a los pacientes sospechosos de covid-19. Son dos de las 105 enfermeras contratadas por el Salud para para reforzar la Atención Primaria en esta etapa.

«Nuestro trabajo habría sido muchísimo más laborioso al principio de la pandemia, en marzo, porque había tantos contactos de cada positivo que era inviable seguirlos a todos, aunque habría sido muy necesario hacerlo», explica la enfermera Labarta, que trabajaba en Barcelona cuando supo que se ofrecían contratos de su especialidad en Zaragoza. Su labor se centra en atender a los pacientes sospechosos de covid-19 y elaborar la lista de contactos, así como su seguimiento. «Cada centro de salud hace sus pruebas PCR y en menos de 24 horas tenemos el resultado y hacemos el cribado del paciente. Si es positivo, permanece en aislamiento o es derivado a un centro hospitalario si es preciso, y si es negativo, puede hacer vida normal», explica Aznárez.

Cuando el resultado de la PCR es positivo, continúa el trabajo de las enfermeras «rastreadoras» del virus. Se analizan los contactos del enfermo desde 48 horas antes de la prueba en casos asintomáticos y desde 48 horas antes de los primeros síntomas hasta que se aísla el caso, para los enfermos con síntomas. «Familiares, sanitarios, cuidadores y todos que hayan compartido el mismo espacio durante al menos 15 minutos, a menos de 2 metros y sin mascarilla», resume Aznárez. «Esa lista se vuelca en el sistema informático, y la alerta salta en el centro de salud al que pertenece cada contacto, y el seguimiento se realiza desde ese centro», añade. Todas esas personas deben permanecer en aislamiento durante 14 días y, «al menor síntoma», se les practica una PCR. «En este caso, el seguimiento de contactos es más sencillo porque ya estaban en aislamiento, y se limitaría a sus convivientes», indicó la enfermera.

A día de hoy, el centro de salud de San Pablo solo tiene dos casos activos y sus respectivos contactos. «Nada comparado con lo que tuvimos en marzo, donde solo por la mañana llegábamos a ver entre 40 y 50 pacientes con afecciones respiratorias, que podían ser covid-19 u otra cosa», recuerda Pedro Martínez, que decidió cambiar de residencia durante los dos meses más duros de la epidemia para proteger a los suyos.

«Ahora estamos preparados para afrontar un rebrote. Pero ojalá hubiéramos tenido estos recursos en marzo. Ojalá haber podido contar con estas profesionales para el seguimiento de casos, con las mascarillas y los materiales de protección que tenemos ahora», lamenta Martínez. Y los tres advierten: «Ha sido una situación muy grave, hemos pagado un coste muy alto, y hay gente que ya lo ha olvidado. Pero, por las víctimas que se ha llevado el virus, no podemos olvidarlo».

LA SECUENCIA DEL SEGUIMIENTO DE CASOS

1. La llamada del paciente sintomático

Los pacientes que presentan síntomas compatibles con el coronavirus deben llamar al centro de salud, y desde allí, se les informará y dará cita para que se sometan a la prueba PCR o test rápido, en función de la situación clínica de cada paciente. Los enfermos no pueden acudir al centro sin cita previa. Cuando la tienen, acceden al centro de salud por una puerta destinada tan solo a pacientes covid-19 o sospechosos de serlo, y son atendidos en el circuito independiente, donde se refuerza la limpieza y seguridad.

2. La realización de la prueba PCR

En el centro de salud de San Pablo, la antigua zona de Fisioterapia se ha convertido en la zona covid-19, donde las enfermeras reciben a los pacientes y efectúan las pruebas diagnósticas, ya sean test rápidos o la prueba PCR en la mayoría de casos con sintomatología compatible con coronavirus. En menos de 24 horas, el paciente sabe si el resultado de la prueba es positivo, con lo que tendría que aislarse y comenzar el estudio de contactos, o si es negativo, y puede volver a su vida normal.

3. El estudio de los contactos

Una de las novedades y que justifica el refuerzo de la Atención Primaria es el estudio de los contactos de cada caso positivo de covid-19 que se detecta. Para identificar a las personas que han estado en contacto con el contagiado, y por lo tanto, habrían podido contraer el virus, se analizan tres ámbitos: familiar, laboral y de ocio. El número de contactos que se produce en cada caso depende del paciente, y se incrementa con factores como si utiliza el transporte público o trabaja en un gran centro de trabajo.

4. Aislamiento y seguimiento

Para identificar a los contactos, en una PCR positiva con síntomas, se buscan contactos estrechos desde 48 horas antes del inicio de los síntomas hasta que se aísla el caso. Para positivos de pacientes asintomáticos, se buscan los contactos desde 48 horas antes del resultado de la prueba. Se analiza a convivientes, sanitarios y cualquiera con quien haya compartido espacio más de 15 minutos a menos de 2 metros sin mascarilla. Todos quedan en aislamiento y, si hay síntomas, se les somete a la PCR.