Pasaba media hora de las 14.00 horas y el bar Quimbara, situado en la calle Santa Teresa de la capital aragonesa, estaba lleno de gente disfrutando de la hora del vermut. Una calma que de repente rompió Y. A. B. C. cuando entró al establecimiento, dio un puñetazo a su expareja sentimental, sacó un cuchillo de grandes dimensiones con el que la amenazó de muerte y rompió parte del mobiliario. Lo hizo delante de clientes y de varios niños. Ahora duerme en la cárcel de Zuera donde fue enviado, tras su detención por parte de la Policía Nacional.

Antes de protagonizar dicho episodio este hombre, supuestamente, llamó a su ex, que se encontraba en ese momento trabajando en dicho establecimiento y le manifestó: «Sal del bar o te mato a ti y a tus hijas, hija de puta, ladrona». Ella le colgó.

AGRESIÓN

Ante ello, Y. A. B. C. decidió entrar al bar en el que había en aquel momento una docena de personas, entre ellas dos niños y un bebé. Entró fumando y se metió directamente a la cocina de donde cogió un cuchillo que escondió en el bolsillo trasero de su pantalón y que tapó con la camiseta debido a lo que sobresalía por las grandes dimensiones del mismo.

Salió a la zona de barra y volvió a gritar a la víctima lo mismo que le dijo por teléfono sin importarle quién estaba delante y le dio un fuerte puñetazo en la cara a la mujer. De repente, todos los clientes del establecimiento dejaron de hacer lo que estaban haciendo para mirar de dónde venían esos gritos y analizar lo que estaba pasando.

Asustada, la mujer le lanzó un servilletero al hombre que respondió esgrimiendo el cuchillo que segundos antes se había metido en el pantalón.

Ante ello, varios clientes salieron corriendo del bar ante el temor de resultar heridos. Una madre llegó a coger en volandas a su hija de corta edad, mientras otra hacía lo propio con la bebé que iba dentro de un carro y salieron corriendo del establecimiento.

En medio del revuelo, la víctima de esta agresión machista consiguió meterse en la zona de la barra del bar junto a otro mujer y un hombre que introdujo una silla metálica para evitar que accediera a esa zona y que todo acabara en una tragedia. Un niño llegó a empujar a Y. A. B. C. para que depusiera su actitud, mientras salía corriendo a la calle. Otros se quedaron en el interior para tratar de calmarle y conseguir que se fuera del bar.

Sobre este hombre, defendido por el abogado Luis Ángel Marcén, pesaba una prohibición cautelar de aproximarse a su expareja, así como de comunicarse con ella. Por estos hechos afronta 5 años de cárcel por delito de amenazas, otro de lesiones y de injurias.