Ni un día de respiro tuvo la dirección de Tranvías Urbanos de Zaragoza, operadora que presta el servicio en la línea Valdespartera-Parque Goya, para celebrar el preacuerdo alcanzado con UGT que suspendía los paros convocados para ayer. A la vez que los 27 empleados llamados a secundarla ratificaban lo pactado la noche anterior en el Servicio Aragonés de Mediación y Arbitraje (SAMA), tomaba conciencia de que se le viene otra huelga en encima, esta vez de los conductores, como en las pasadas fiestas del Pilar, y con la mirada puesta «en marzo».

Todavía no es una decisión tomada, pero reúne todos los ingredientes para convocarla en breve: un motivo, los «incumplimientos sobre lo pactado hace seis meses; un calendario, el próximo martes se informará de ellos a los trabajadores y el 22 se reúne el comité para poner fecha al referéndum que lo impulse; y un objetivo para realizarla y que haga que se escuchen sus reivindicaciones, la próxima Semana Santa.

Así lo explicaron fuentes oficiales del comité, quienes aseveraron que la dirección es «muy consciente del malestar» existente con lo que no han sido capaces de hacer «en seis meses». «Solo han pagado el dinero -un plus para los conductores de 125 euros al mes- y poco más», afirmaron desde la representación sindical. Promesas como «revisar el tiempo de recorrido, ampliar los descansos en las terminales o comprar el nuevo asiento para el Urbos 3 que se ajuste al informe de ergonomía que encargaron».

Los conductores decidirán en la asamblea convocada para el próximo día 20. De lo que allí se diga se dará cuenta al comité, el día 22, para poner fecha a la votación. A partir de esta consulta, se juega con un margen de 12 días, que es el mínimo para convocar paros en la línea. «Se iniciarían en la segunda quincena de marzo», estimaron.

Mientras, sus compañeros del centro de control de mando, inspectores y personal de atención al cliente ratificaban con un 80% el acuerdo de UGT con la dirección que ponía fin a la suya. Votaron todos, 27, y 22 lo hicieron a favor y solo 5 en contra. Enfadados, además, con los servicios mínimos del ayuntamiento, «al hacer que la repercusión fuera mínima». «Iba a ser como trabajar en fin de semana», añadieron.