--En 1993 se preguntaba en un libro si la democracia española sobreviviría. 20 años después, la conclusión es que no. ¿Qué ha pasado para encontrar una respuesta tan dramática?

--En 1993 soy presidente de las Cortes de Aragón. En España, el PSOE acaba de ganar sus cuartas elecciones. En ese momento se me cae parte de mi mundo político porque creo que cuatro mandatos consecutivos en una democracia parlamentaria puede ser una calamidad. Muchos males del felipismo estaban ya a la vista. Escribo entonces como denuncia severa el libro La democracia en España, ¿sobrevivirá? Del 93 al 2013 han pasado muchas cosas. Una muy dolorosa, y es que las pocas reservas democráticas que acumulamos durante los gobiernos de UCD y los dos primeros socialistas nos las hemos comido y estamos cayendo en la carencia casi absoluta de principios, ideas y reservas democráticas. Si ahora dijera que la democracia ha sobrevivido, cometería una incorrección.

--Es particularmente duro con la actitud de los españoles ante la democracia. Define este sistema político en España como "infantil, irresoluto, imprevisible y manejable desde fuera"...

--No se puede descalificar radicalmente a un pueblo, pero algo falla cuando en dos siglos, no hemos conseguido plenamente asentarnos en democracia. En Estados Unidos, Reino Unido o Francia, han conseguido tener buenas democracias.

--¿Qué pasa aquí?

--No hemos salido de la oligarquía y el caciquismo que denunciaba Costa. Por qué, esa es la clave. Porque de los tres pilares básicos que consolidan una democracia --nivel de vida, educación general y formación moral colectiva-- nos falla esta última. Y con el paso del tiempo no se vigoriza, sino que se agrieta. Por eso nuestra democracia es sui generis. Se necesitan ciudadanos, y tengo serias dudas de que los haya. Se considera que en los países avanzados hay un 25% de ciudadanos críticos, responsables y dotados de opinión. En España, los sociólogos dicen que solo hay un 5%. Sin ciudadanos no hay opinión pública y sin esta, no hay conciencia cívica, por lo que la democracia es una entelequia.

--Pone como ejemplo de inmadurez que tras el 11-M, un vuelco electoral castigara al Gobierno cuando en otras democracias habría salido reforzado. ¿No es también una saludable reacción?

--Un pueblo que en tres días modifica su criterio por un suceso calamitoso y manejado hábilmente por un partido de la oposición y su pantalla mediática, no es democrático. El criterio se puede cambiar en tres meses, un año o tres años. En tres días no. Eso demuestra que cualquier demagogo puede reconducir al pueblo en la dirección que pretenda con trampas. Y la democracia es todo lo contrario.

--También considera negativa la atomización del Parlamento, con trece partidos. ¿Eso no es también una señal de pluralidad?

--Padecemos un multipartidismo que si bien se restringió con la ley d'Hont, ha ido tomando bríos aumentando el número de partidos nacionalistas, algo que no existe en ningún otro país.

--En las últimas elecciones, se ha castigado a los dos partidos mayoritarios y ha irrumpido una formación inédita. ¿Cómo lo ve?

--Puede ser algo positivo y natural, pero en España ha sido una reacción espasmódica que no creo que se hubiera producido en unas autonómicas. Y es dudoso que la dignificación democrática de un país llegue de unos partidos formados cuatro meses antes de unas elecciones. Pueden tener todas las buenas intenciones del mundo, pero sin partidos tradicionales no hay buena democracia. Russell decía que la democracia solo es estable cuando se vuelve tradicional. Y aquí la queremos en permanente efervescencia y problemas.

--En su libro aporta como una solución para revitalizar la democracia, la gran coalición PSOE-PP. Como ha hecho González...

--Sin duda. Y la desgracia es que no se haya hecho ya hace años. Pero el problema no es que no se haya hecho ya, sino que se coaligarán dos partidos que no tienen prácticamente nada en común. En Alemania ha pasado, pero ahí tienen el sentido de Estado que aquí no tienen los dos grandes partidos, que solo piensan en destruir al contrario.

--¿Pero no sería un síntoma de lo contrario a lo que se supone de una democracia?

--Un gobierno de gran coalición es un gobierno de emergencia, porque España ha topado con problemas que no es capaz de resolver con una política unipartidista. A veces hay que ponerse de acuerdo en lo fundamental. Y España tiene necesidades fundamentales que solo se resuelven desde la unidad.

--También lamenta la falta de liderazgos en la política....

--Suárez fue un presidente operativo que cumplió con altura, aunque no tenía dotes de gran gobernante. González tuvo categoría y altura en los dos primeros mandatos, Aznar fue un fuego de artificio que brilló hasta su desastrosa mayoría absoluta. Zapatero es una excepción de la naturaleza que no habría podido ocurrir en una democracia normal y Rajoy no tiene la enjundia ni la altura que España necesita ahora.

--¿La corrupción no es también uno de los peores indicios de mala salud democrática?

--Es un factor político y sociológico, de ese franquismo sociológico que está todavía tan arraigado en España y que, entre otras cosas, considera que el hombre que se aprovecha de la situación es un hombre listo. Es lamentable.

--Propone reformar ya el Senado y el Tribunal Constitucional. ¿Mejoraría la democracia?

--Podía haber incluido otras instituciones, como el Consejo de Estado, el Consejo Económico y Social, el Poder Judicial... El Senado tenía justificación por el sistema de descentralización política que se creó en el 78. Estados Unidos, Canadá o Alemania no se entenderían sin el Senado. En España debería ser así, se prevé en la Constitución y luego no se desarrolla. Así hacemos las cosas.

--Alerta también del nacionalismo y el secesionismo pero, ¿no es democrático que un pueblo pida votar sobre su futuro?

--No se niega que es democrático en el fondo, pero la democracia es un conjunto de unas pocas reglas, en España la Constitución. O se atiene a las reglas del juego o se cambian.

--¿Es partidario de reformar la Constitución?

--Es imprescindible. Lo primero que debería hacer ese gobierno de coalición es la reforma a fondo de la Constitución, punto por punto, incluyendo la posibilidad de incluir la posibilidad de la secesión. Creo que además, las comunidades deberían reducirse drásticamente, diez u once serían suficiente. Pero si depende esta reforma de un Congreso y un Senado como los actuales, estaría abocado al fracaso. En el 78 había patriotismo, conciencia de Estado y los asuntos generales por encima de los personales. Por eso creo que esta reforma debería hacerla una comisión de expertos independientes nombrada por el Rey.