Poco antes de las dos del mediodía, bajo un sol radiante, una réplica del Conde del Salchichón ascendía con globos naranjas y verdes hacia un cielo azul y transparente. Miles de niños le decían adiós viendo cómo se elevaba lentamente, mucho más arriba de las torres del Pilar y gritaban: «¡Hasta el año que viene!», mientras por los altavoces de toda la plaza sonaba la canción de los titiriteros de Binéfar, Adios adiós al Conde de Salchichón.

Y es que este personaje fue el anfitrión ayer de los miles de zaragozanos que llenaron la plaza del Pilar para celebrar el Carnaval infantil. Superéroes, princesas, mosqueteros, indios, enfermeras, gatos, piratas y Ladybug. También Blancanieves, payasos, astronautas, guerreros medievales y pequeños dragones escuchaban cómo el conde presentó a los personajes que le acompañaban en el escenario: Don Carnal, rechoncho y con un jamón en la mano; Doña Cuaresma, escuálida y vieja, «más seca que la mojama» llevando un bacalao y El Caballero de la Hornilla, gordo «baturrico y tragón».

Ana Sanagustín, que ha confeccionado el vestuario, explicó que los personajes representan el Carnaval de Zaragoza y para el diseño de los trajes se basaron en unos dibujos de Oscar Sanmartín. Las máscaras son obra de Ana Nicolás, realizadas en resina y cartón, con la dificultad de adaptar las formas para que los actores puedan llevarlas, pues resulta bastante incómodo: «Pero son unos campeones», sonríe Ana.

«Olvidad tanta tristeza, arriba los corazones, vaciad vuestras despensas y comeos los jamones; bailad, jugad, disfrutad el momento», gritó el Conde del Salchichón.

La fiesta había comenzado a las doce del mediodía con el pasacalles encabezado por estos personajes y siete compañías aragonesas que recorrieron la calle Alfonso I a ritmo de dulzainas, tambores y música. La primavera abría el desfile de la mano de Caleidoscopio teatro, con el Despertar del Oso. Y es que la primavera estuvo presente también con un sol radiante y una temperatura que invitaba a pasear y disfrutar de la mañana festiva.

Enormes moscas con K de calle o los Gigantes de Zaragoza bailaron y animaron a los espectadores. Grupos de familias, como la de Susana, disfrazados de pirata habían madrugado: «Nos hemos levantado a las ocho y media, pero lo estamos pasando muy bien». Y 25 voluntarios como Maria Pilar Laguna ayudaron en las labores de control o estuvieron «al cuidado de que los niños no se metan por el medio».