Después de una guerra civil, el hambre y la dictadura posterior, España experimentó una transición política que derivó en la democracia de nuestros días. Por el contrario, muchos países siguen viviendo guerras y conflictos políticos, cuyas consecuencias las sufren sus ciudadanos. Por esta razón, muchos buscan refugio, como es el caso de Trino Bruda, un venezolano de 30 años que llegó a España hace 8 meses huyendo del clima político que se respira en su país.

El joven decidió comprar un billete de avión a Barcelona porque allí tenía unos familiares. Adquirirlo no fue fácil, ya que las aerolíneas cada vez tienen menos vuelos desde Caracas y no es fácil cambiar de bolívares a otra divisa. «Estaba ansioso por salir de allá, no soportaba más esa situación», señaló.

Trino entró como turista y fue a una comisaría a solicitar los papeles pertinentes para un visado de mayor duración. Allí le informaron de que podía hacer una petición de asilo por protección internacional, algo que desconocía «como muchos más venezolanos», explica.

Este proceso tiene una duración de alrededor de seis meses, aunque el joven lleva ocho y todavía su solicitud está en trámite. Al menos, ya ha obtenido el permiso de trabajo y desde agosto está trabajando en un cátering de bodas, a pesar de que en Venezuela ejercía como asesor jurídico. Sin embargo, otra odisea es la homologación de sus estudios para que le sean reconocidos en España.

Trino estuvo desde diciembre hasta junio en Barcelona. Su familia de allí no tenía una buena situación económica así que decidió ir a Zaragoza, donde Cruz Roja le ofreció una vivienda.

El venezolano califica la situación que vive su país como una «fuerte dictadura» marcada por la escasez, la corrupción, la violencia y la represión. Cuando él abandonó el país en diciembre ya había una gran falta de productos en los supermercados y ahora asegura que la situación ha empeorado. «El Gobierno penaliza a los comercios por tener estantes vacíos así que ante la falta de alimentos, llenan los pasillos con los productos que tengan, por ejemplo servilletas», comentó.

Incluso se han instalado sistemas de captación de huellas en los supermercados para que la población no pueda comprar más cosas de las estípuladas, por ejemplo solo se puede adquirir «un champú cada dos semanas».

Cualquier alimento básico como el arroz o la pasta son «muy difíciles de conseguir». Es algo que parece irreal, pero está pasando», añadió. «El Gobierno está utilizando la necesidad de las personas para mantenerse en el poder». Ante la falta de productos en los comercios, el estraperlo es una constante en la vida de los venezolanos, algo que lleva a que el precio se multiplique por diez.

Cualquier persona que salga a manifestarse es reprimida «sin medida». Relata la situación de los ciudadanos de Venezuela, que «viven aislados en su casa», donde ya ni siquiera se sienten seguros porque el propio régimen entra a las casas. En los tres últimos meses, ha oído varios casos de personas tachadas de «disidentes» que son secuestrados en sus viviendas y acaban tiradas «en cualquier comando».

Trino agradece mucho la ayuda y asistencia jurídica y psicológica que le ha brindado Cruz Roja. En Zaragoza, esta oenegé inició un programa de refugiados en mayo del 2016. Empezó con capacidad para atender a seis personas y actualmente alberga hasta a 99 usuarios. Laura, la psicóloga del programa, explicó a EL PERIÓDICO la rapidez con la que ha crecido la iniciativa y espera que se mantenga esta tendencia.

El proyecto consta de tres fases. La primera, con una duración de seis meses, tiene como objetivo la adaptación con cursos de español (si fueran necesarios), formación de empleo, asesoría jurídica y ayudas para la vivienda y las necesidades básicas. La segunda también dura seis meses y mantiene estas ayudas para afianzar la primera fase. La última, con la misma duración que las anteriores, va encaminada a un seguimiento para lograr la integración.

Participan un asistente legal, una psicóloga, tres trabajadoras sociales, dos educadoras, cinco monitores de centro, dos cocineras, más el personal de limpieza y administración. La financiación proviene del Ministerio de Empleo y Seguridad Social y de fondos europeos.

Trino espera que la situación de Venezuela algún día cambie, aunque cree que falta mucho para ello. Mientras tanto busca volver a ser feliz en España.